Cestellons, diferentes trabajos en esparto picado y crudo, encordado de sillas, bolillos y ganchillo fueron las labores artesanas que se desarrollaron ayer en el molino, tal y como lo hacen habitualmente el resto del año con una exposición permanente y diferentes talleres en vivo. «En invierno hacemos diferentes cursos para la gente parada con mucho éxito», explica la secretaria de la asociación de artesanos, Gloria Marí, quien añade que «nuestra intención, asegura, es que los niños y la gente joven se interesen por estas labores y estamos muy contentos porque cada vez tenemos alumnos más jóvenes». Así los participantes en los talleres de artesanía autóctona ibicenca tiene un promedio de entre 25 y 40 años. Marí explicó que Francesc es el más joven de la asociación (13 años) y «nos acompaña a todos los eventos». Y así lo corrobora él: «Yo no soy un chico de ciudad, me gusta la artesanía y estar por el campo. Me lo paso bien aquí», asegura Francesc Josep Ribas.
Antonia Ribas hace 29 años que empezó a bordar a mano. «Me enseñó la señora de sa Roca. Soy de Sant Agustí y desde entonces voy a todas las exposiciones», dice rematando su refajo. Maria Farmer, inglesa afincada en Ibiza desde hace 36 años, «los que tiene mi hijo», se afanaba en los bolillos. «Es importante que no se pierda. La gente joven no se interesa mucho, normalmente vienen mujeres de entre 40 y 50 años», dice resignada. Apolonia Barceló y Marí Rigo trabajaban el esparto crudo, «que es mas difícil de trenzar que el picado pero que da resultado mucho más fino», como pudimos comprobar.
La Associació Artesanal de Portmany organiza también talleres gratuitos para niños durante la época estival. «Este año empezaremos en junio, en cuanto acabe el curso, porque el año pasado tuvieron muy buena acogida los de esparto picado y ganchillo», dijo Gloria Marí. «Es gratificante ver a niños de siete años que trabajan tan bien», asegura contenta. «Además, hemos propuesto al Ayuntamiento de Sant Antoni, que gestiona el molino que es propiedad del Consell, la apertura de la planta de arriba para una exposición permanente como museo antropológico que incluya fotografías antiguas, ropa, aperos de labranza y cualquier elemento de nuestra historia», concluye Marí.
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