Y así lo comprobamos ayer en la visita que realizamos a la playa. Como todos los miércoles, los usuarios del centro de Can Raspalls que padecen afecciones neurológicas disfrutaron de los talleres que se preparan exclusivamente para ellos y que sacan de la rutina a estas personas, además de ayudarlas en su movilidad y mejorar su calidad de vida. En concreto, fueron 9 los usuarios, dos en silla de ruedas, que disfrutaron de una mañana llena de buen hacer atendidos por profesionales contratados por el club, voluntarios y varios profesionales que les acompañaron desde Can Raspalls.
Los usuarios llegaban alrededor de las 10 de la mañana en un autobús. De él bajaron Bartolo, Guille, Pedro y otros compañeros, con más o menos autonomía y sin muchas ganas de realizar ninguna actividad. Pero a medida que pasaba la mañana sus caras se transformaban. Primero un masaje de pies y hombros al borde del agua para ir tomando contacto, después una vuelta por el mar en una plataforma en pruebas, más tarde un paseíto por el borde del agua y vuelta a tierra a jugar o a seguir con los masajes de arena con plumeros y brochas de diferentes grosores recorriendo sus cuerpos... y sus caras cambiaron. Pedro preguntaba si nos gustaba la bebida de cola y aseguraba que no era nada buena «no te deja dormir», Bartolo disfrutaba en su tumbona de agua, Guille acertaba con los aros en el palito...
Pedro Cárceles, coordinador de la actividad, y todos los voluntarios y terapeutas lucían satisfechos sus sonrisas «porque una vez más hemos conseguido crear ese vínculo en un chiringuito de playa hecho con 4 maderas».
Un Mar de Posibilidades está financiado gracias a la Obra Social de la Caixa, la Fundación Abel Matutes y Ferrovial.
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