La restricción de tráfico en esta playa empezó a principios de junio y casi un mes después llegaron las primeras quejas de los vecinos de Can Germà y Cala Salada, que lamentaban que hubiera coches aparcados a las puertas de sus casas y esto les impedía salir y entrar con normalidad. El Consistorio, entonces, colocó piedras para prohibir el aparcamiento en el camino que baja a esta esa playa y hasta los arcos, pero ahora el problema se ha desplazado hacia la parte de arriba, es decir, desde los arcos (primer punto de control de acceso a la playa) por el camino que lleva hasta Punta Galera. En este sentido, los coches al llegar a los arcos y ver que no pueden pasar discurren por el camino de Punta Galera para buscar un sitio donde estacionar, lo que genera «colapso en la zona».
«Está bien solucionado el tema del aparcamiento en cala Salada porque era evidente que algo tenían que hacer; no podía continuar la situación así, pero se ha trasladado el problema hacia la zona de arriba. Desde el restaurante Can Pou hacia los arcos, que es donde está la primera barrera, y en la carretera que lleva a Punta Galera aparcan los coches de la gente que vive en las casas y la gente que se va a bañar a esa zona y a Cala Salada. Este camino es de doble sentido y cuando aparcan los coches se queda un solo sentido de circulación. Nosotros vivimos en Punta Galera y estamos siempre pendientes de ir a comprar o salir en función del horario de la barrera y los atascos que se montan a la salida de la playa», explicó Antonio, un vecino de Punta Galera, quien precisó que cuando hay coches aparcados «con dificultades pasan dos turismos» y que «si se produce un accidente o tiene que pasar una ambulancia no cabe». Este vecino aseguró que el malestar se extiende no sólo por Punta Galera sino también por Can Germà, barrio también afectado por la barrera de cala Salada. Reclaman, además, que se le dé más información a los turistas a la hora de acudir a la playa ya que muchos de ellos van en coche y, una vez allí, no saben «qué hacer y sueltan el coche donde pillan porque lo que quieren es irse a la playa». En cuanto a la colocación de las piedras, este vecino apuntó que son muchos quienes, al ver que a partir de los arcos no se puede pasar, dan marcha atrás y aparcan incluso entre las piedras que hay en el camino y que han sido colocadas para, precisamente, impedir el aparcamiento. Antonio tiene claro, según relató ayer a este rotativo, que en el momento en que esta situación «me genere un problema por no poder salir cuando haya una urgencia, por ejemplo, pondré una querella contra el responsable que ha decidido esto, no contra el Ayuntamiento», concluyó este vecino de cala Salada.
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