Ángeles Nogales, durante la entrevista realizada en las oficinas de Periódico de Ibiza y Formentera. | Toni Escobar

La gerente de Fomento del Turismo, Ángeles Nogales, repasa a lo largo de una hora de entrevista los principales desafíos a los que se enfrenta Eivissa en una temporada turística que ya arroja números de récord. La consultora empresarial afincada desde hace 35 años en la isla aborda, a su vez, los retos para consolidar el segmento del cliente de lujo a través del sello Ibiza Luxury Destination y de sus nuevos y populares embajadores.

—¿En qué medida contribuyen estos rostros conocidos a potenciar Ibiza como destino de lujo?

—Cada año buscamos a personas conocidas en su sector profesional, a nivel nacional o internacional, y les preguntamos por su relación con Eivissa y qué es para ellos el lujo en Eivissa. Ellos lo definen no como un exceso o como la posibilidad de comprar cualquier cosa, porque eso pueden hacerlo en todo el mundo, sino porque en Eivissa hay cosas que no tienen precio. Son cosas que no podemos comprar, pero que debemos cuidar. Ellos valoran nuestras playas, nuestra tranquilidad, el clima, las personas, la naturalidad con la que vivimos la invasión veraniega, con los brazos abiertos, la ausencia de protocolo y el poder participar de la vida diaria de una isla amiga. Los embajadores que damos a conocer cada año realizan esta función de forma altruista y por cariño a la isla. Llevan con orgullo en sus solapas el pin simbólico con una sargantana que les entregamos. Ibiza Luxury Destination es un sello con el que damos por válidas empresas que a nuestro juicio son los buenos proveedores para un segmento de cliente muy exigente que si tratamos bien nos hacen un marketing muy bueno, pero que si cometemos errores con ellos hacemos daño al destino.

—¿Qué es lo que más atrae de la isla al turista de lujo?

—Tenemos centros de estudio que analizan las dinámicas de consumo. Hay destinos novedad: en invierno, zonas de la India, Dubai... Pero Eivissa es el destino que se mantiene en la lista de lugares a los que ir porque este tipo de turista de lujo no ha encontrado algo parecido. Todo el mundo trata de imitar a Eivissa, pero no lo consiguen. No reúnen los intangibles que reúne Eivissa. Somos un destino seguro, europeo, cercano, con una gran profesionalidad en el servicio, y luego nuestro mar, paisaje y nuestras gentes.

—¿Cuándo y por qué surge la marca Ibiza Luxury Destination?

—Nosotros creamos esta marca de calidad dentro de Fomento en 2010 cuando detectamos que en el segmento del lujo se estaba produciendo mucho intrusismo, mucha ilegalidad, mucho chiringuito sin control y sabíamos que se podía hacer muchísimo daño a la espina dorsal del turismo de Eivissa. Como no podíamos denunciarlo hicimos a la inversa, creamos una marca de calidad con un sello que solo pueden obtener las empresas si otras empresas dicen que sí. Es una especie ‘estrella Michelín'; tú solicitas participar y las empresas que están ahí analizan tu trayectoria y tu imagen. Si aceptan formas parte y si dejas de tener esos estándares, dejas de ser miembro. Es un club excluyente a todos aquellos que no trabajan con unos parámetros de calidad. Pero no se ha creado el sello para que estas empresas vendan más, sino que dedican parte de su tiempo a trabajar para este club y definir qué es bueno para Eivissa y qué hay que erradicar. Investigamos lo que no marca las normas y lo transmitimos a las autoridades competentes.

—¿Qué tipo de turista deja más dinero en la isla y cuál es el que más le conviene de cara al futuro?

—El segmento de turismo que más dinero deja en Eivissa, el que paga nuestros impuestos y paga nuestros servicios, es el turismo medio vacacional de sol y playa. El de lujo se ve mucho, y nos interesa que se vea mucho porque supone un marketing incomparable. Lo que no podemos permitir son los excesos, ahora se está produciendo una saturación por abajo; clientes que nos buscan no por Eivissa, sino por el mito pero a un precio barato. La sensación de que el turismo de lujo expulsa a otros turismos no es cierta, ni es tanto el volumen ni es tanta la presión. Lo que realmente está expulsando al turista fiel y al de lujo es que permitamos en Eivissa que cualquier superficie horizontal sea un dormitorio. Al final este cliente nos dice: amamos la Eivissa silenciosa, de la naturaleza, sus playas, su gastronomía, ir de compras, que nadie nos reconozca, la falta de protocolo... Una Eivissa que todos firmaríamos tener. No podemos prostituir la isla. El segmento de lujo nos define por qué Eivissa y no Cannes, o Saint Tropez o Las Vegas. Tenemos unos intangibles que no se pueden pagar en otros destinos.

—¿La actual es la imagen que quiere exportar al mundo Ibiza Luxury Destination?

—Nosotros creamos este club de producto en 2010 porque ya avisábamos de que caminábamos hacia un modelo en el que echaríamos fuera a nuestro cliente habitual. El modelo turístico está yendo hacia unos excesos: irregularidades, abusos, falta de ética profesional y ciudadana. La naturaleza liberal, transigente y cordial del ibicenco es nuestra propia trampa: no hemos sido capaces de poner límites y ser egoístas en positivo. Durante muchas décadas hemos dicho sí a todo, y con la globalizacIón nos hemos sobrepasado. El efecto llamada de nuestra marca necesitaría unas aduanas ‘invisibles', poniendo límites, por ejemplo en el alojamiento. No podemos permitir que cualquier superficie horizontal sea un lugar para turistas. Tenemos desde hace 15 años una planta hotelera que incluso ha reducido sus plazas para apostar por la calidad, y hemos incorporado las viviendas vacacionales. Ahora tenemos una sobrexplotación de viviendas en el sector residencial para el turismo y se nos están saturando las carreteras, los hospitales... Y eso no lo quiere ni el turismo familiar, ni el de congresos, ni el cultural, ni el deportivo, ni siquiera el de ocio.

—Por sus palabras parece que defiende impuestos como el de la ecotasa o a la entrada de vehículos.

—Frente al impuesto turístico sostenible hemos dicho que no era necesario. Ya se pagan suficientes impuestos en Eivissa para que visualicemos mejoras en nuestro entorno. Creemos que hay muchas deficiencias en infraestructuras que se deberían tener ya listas con los impuestos que se pagan normalmente; que con el canon balear del agua deberíamos tener mejores instalaciones de agua; que con el de basuras deberíamos tener más limpieza, y creemos que es una falta de correcta gestión. Cuando veamos que las administraciones han hecho correctamente sus deberes y todavía falten recursos, seremos los primeros en salir a buscar el dinero a la calle. Pero poner un impuesto sin haber demostrado a nuestros visitantes que tenemos la casa limpia, nos parece a muchos que es como una especie de ofensa. El turista que pague a partir del 1 de julio el impuesto, nos puede señalar con el dedo todas aquellas cosas que no están hechas y decir, ‘si ustedes no han sido capaces de controlar su frenada, ¿ahora quieren que les paguemos la fiesta?'. Yo veo mucha deficiencia en gestión.

—¿Han llegado tarde las administraciones a la temporada turística en inversiones como las infraestructuras hidráulicas?

—Muy tarde. Están llegando tarde a los cambios en el negocio turístico, que es muy rápido y producido por la globalidad. Ha cambiado la forma de comprar, de viajar, la longitud de las vacaciones de la gente... Los empresarios sí han estado a ese cambio, pero las administraciones no. Los deseos de la demanda son libres, pero las administraciones no pueden dejar a la oferta y la demanda que decidan cualquier cosa y tienen que intervenir. La administración no tiene que estar para prohibir, que es lo que sucede cuando has mirado durante mucho tiempo para otro lado. El problema es que estamos llegando tarde porque habiendo reglas, no las hacemos cumplir y cambiando leyes cada poco tiempo no se sale, sino con trabajo y solidaridad. Eivissa es frágil y tenemos que protegerla, y no se hace diciendo que el turismo sobra, sino acabando con las malas prácticas y el egoísmo, que se traslada al empresario y a quien nos visita. El modelo de turismo de lujo se está estudiando y no es ostentoso, recargado, barroco ni dorado. Es acero y cristal, el modelo de cómo se ha desarrollado la decoración de la isla. Este turismo de lujo es mucho más sostenible de lo que imaginamos.

—¿Temen que Eivissa pueda morir de éxito si se continúan explotando sus recursos?

—Eivissa por alguna razón no muere, nos reinventamos, y es por un empresariado muy dinámico y por una demanda que ha oído hablar de Eivissa y quiere venir a tocarla. Pero si tienes un adolescente al que dejas hacer lo que quiera y llega un día que le dices: ‘a las 10 de la noche se acabó la televisión, la ‘play' sólo los fines de semana y cuando venga con amigos tiene que avisar y yo decidiré si pueden o no', te dirá que lleva 5 años haciendo lo que le da la gana. ‘¿Ahora cómo me prohíbes esto?'. Tendrás una crisis familiar del 15, montarás un pollo... Y no podrás controlarlo. ¿De quién es la culpa, del adolescente o del padre? Del padre. Esto que nos está pasando de saturación la culpa la tenemos nosotros al no poner límites. Desde Fomento estamos trabajando duramente para reparar esta máquina sin parar el tren. Cuando vienen estudiantes de final de carrera, les digo que en sus casas son todos maravillosos, los mejores chicos, educados y respetuosos. Cuando vienen a un destino donde no hay control en el hotel, hay fiesta toda la noche, salen a la calle y hay basura por el suelo y no hay normas, tú tienes tendencia a tampoco cumplir. No hemos sido buenos haciendo cumplir las normas. Cualquier chico alemán o británico no creo que vaya por el centro de Munich o de Londres sin camiseta, pero aquí en Eivissa lo hacen. Tenemos que mostrarles los deberes hechos.

—¿Considera que Eivissa está preparada para asumir el volumen de turistas previsto para julio y agosto?

—El problema es que antes la gente llegaba con un touroperador. Lee recogía un autobús que les llevaba al hotel y luego iban también en autobús de excursión y las playas. Movíamos grupos de gente en un único vehículo. Ahora tenemos internet, compañías low cost y cada uno se fabrica sus vacaciones, lo que incluye moverse por la isla en coche. Cuando antes se movían 60 o 70 personas en autobús para ir a la playa, ahora tenemos 30 coches yendo a la vez a esa misma playa. Necesitamos transporte público más eficiente, con vehículos quizás más pequeños, con rutas más cortas y frecuentes y fluidas, y garantizar a los visitantes que no necesitan un vehículo de alquiler. Pero esto también está sin hacer. Esperemos este año no rompernos por las costuras y no transmitir a los mercados sensación de pánico.

—¿Y cómo se puede afrontar para estos meses críticos el problema de los pisos turísticos y de los alquileres abusivos?

—Si finalmente somos conscientes de que los pisos no pueden servir para alojamiento turístico, decimos punto y final y nos mantenemos en el aforo que actualmente tenemos legal en Eivissa, eso determinará cuántos coches, policías y enfermeras necesitamos. Si en julio y agosto hay tanta demanda que está cubierta, la gente se desplazará hacia las puntas, y es lo que queríamos: ser tan buenos que llegado un tope en julio y agosto la gente siguiera deseando venir, y se está consiguiendo trasladar que si quieren venir en julio y agosto no podrán, pero sí que hay plazas, en junio, mayo, septiembre, octubre y abril. No podemos poner una barrera hipotética para que no venga más gente, lo que hay que decirle es que si encuentra un alojamiento disponible ese día, es que hay una plaza libre para usted, pero hay que decidir cuántas plazas hay con los recursos disponibles, sin crecer más. Hay que devolver las viviendas que se han quitado del mercado residencial porque se ofrecen a turistas.