Se trata del segundo establecimiento de esta empresa familiar en las Pitiüses tras la tienda que tiene en Formentera, la isla donde Enric reside desde 1972 y donde tiene uno de sus dos talleres donde elabora artesanalmente cada una de sus joyas después de que estas hayan sido diseñadas por ambos.
El propio joyero catalán Enric Majoral fue el perfecto maestro de ceremonias de esta tienda, donde se podrán encontrar buena parte de las creaciones que le han llevado de ser un artesano autodidacta que creaba y vendía lo que él llama «manualidades» en sitios turísticos de Formentera a ser uno de los diseñadores españoles con más prestigio en el mundo. No en vano en sus más de cuarenta años de trayectoria ha sido galardonado con el Premio Nacional de Artesanía en el año 2007, el Design Couture de Las Vegas en 2012 o el del Colegio de Joyeros de Cataluña a toda una trayectoria.
Precisamente, las piezas de Majoral tienen una personalidad propia ya que son concebidas «como una forma de expresión y visión del mundo» recreando «un universo que rememora la isla de Formentera, el Mediterráneo, las vivencias, la naturaleza, la cultura popular, los propios orígenes y la memoria de los lugares».
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