La Pelagia noctiluca, la típica medusa rosácea que causa irritación y urticaria a quienes la rozan, no es la única que ha causado curiosidad y cierta alarma entre residentes y turistas por su llegada masiva a las costas pitiusas.
En los últimos días han inundado playas del norte y el oeste de la isla miles de Velellas velellas, pequeños hidrozoos de color azul intenso que poseen una vela que atrapa el viento y le da propulsión sobre la superficie del mar.
Su peculiar forma y tonalidad y, sobre todo, su intenso hedor ha generado preocupación entre los primeros bañistas de la temporada en Eivissa. Pero más allá de su insoportable olor cuando comienzan a descomponerse, no hay de qué preocuparse.
Según explica la oceanógrafa del Centro de Recuperación de Especies Marinas de Sant Antoni, Verónica Núñez, este pequeño animal carnívoro ni pica ni produce urticaria. Es totalmente inofensiva.
«Yo soy alérgica y para demostrar a los niños del ‘cole' que no pican me los llevé a que lo comprobaran», apunta la coordinadora del CREM, quien atribuye este fenómeno al descenso de la población de depredadores (como las tortugas), al aumento de la temperatura del agua y a la falta de lluvias.
Aunque en 2010 irrumpieron de forma excepcional en Formentera, hacía años que no llegaban a las costas pitiusas bancos tan grandes de velellas.
Núñez desconoce si durante el verano se repetirá este fenómeno «ya que depende de la reproducción, los vientos y las corrientes marinas», pero es de la opinión de que instalar mallas o redes ‘antimedusas' «no es la solución».
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Más tortugas, más atunes, más delfines, menos pescadores de arrastre, menos pescadores de palangre, menos atuneros japoneses. Fácil.