Bajo el título Caminos en la Niebla, el autor nacido en Eivissa en 1972, utiliza como gancho la historia de un joven que tras romper con su novia y dejar su trabajo decide rodar un documental sobre Gross para sumergirnos en la vida de este fascinante personaje. «Sin duda estamos ante un hombre único que te atrapa desde el primer momento que tienes contacto con él porque, entre otras cosas, fue uno de los primeros discípulos de Sigmund Freud quien después le repudió por anarquista, fue defensor de las orgías terapéuticas, protagonista de la comunidad utópica librepensadora de la localidad suiza de Ascona y adicto a la cocaína, al opio y al alcohol», resumió a este periódico el propio José Morella.
Su flechazo con Gross llegó sin tenerlo previsto. Según el escritor ibicenco se encontró con él por casualidad cuando cayó en sus manos el libro El duelo de los ángeles del sociólogo y antropólogo mexicano Roger Bartra donde en un episodio dedicado a Max Weber había unas pocas páginas donde se hablaba de su amigo Otto Gross. «Había pocas referencias, pero me enganchó tanto que no pude dejar de leer e investigar sobre su figura y al final el proceso me ha llevado cuatro años de estudio y otros tres de escritura, es decir, casi siete años de mi vida», explicó Morella con una gran sonrisa.
Vida de película
Gracias a esta investigación, el lector de Como caminos en la niebla descubre a través de una historia novelada que mezcla personajes reales con otros ficticios la vida de este personaje tan especial. «Venía de familia burguesa, su padre era Hans Gross, considerado el fundador de la criminalística moderna y una persona muy estricta y aún así siempre tuvo de joven una gran empatía por los pobres y los desfavorecidos hasta que después de ser discípulo de Freud se hizo anarquista porque pensaba que el psicoanálisis podía cambiar el mundo», comienza su descripción Morella. «Después se unió a la comuna libertaria Monte Veritá en Ascona, donde coincidió con destacados personajes de la música, la danza o la escritura que acudían allí a curarse de sus adicciones y donde desarrolló una forma de entender el mundo en la que, básicamente, defendía las orgías y el amor en grupo para curar los celos y las relaciones de pareja». Una idea que no funcionó y que, unido a sus múltiples adicciones y a su vida desordenada repleta de hijos a los que no reconocía, fiel a su idea de que las mujeres son las que deben hacerse cargo de los niños, hizo que acabara dando tumbos hasta que su padre consiguió que lo encerraran en un manicomio. Sin embargo, la presión popular, encabezada por nombres como Franz Kafka o Hermann Hesse hizo que quedara en libertad. Tras ello, decidió alistarse como voluntario y ser médico en el frente ruso de Siberia para curar a los soldados que sufrían de tifus aunque a su regreso, desgraciadamente, no levantó cabeza. Según Morella, «intentó ir a Rusia como asilado pero no pudo, aumentó sus adicciones y finalmente murió de hambre y frío en una nave abandonada de Berlín, el 13 de febrero de 1920».
Un breve resumen de una historia que da, como ven, para una serie de televisión o, en su defecto, una tesis doctoral, como bromea el autor de Como caminos en la niebla. «A lo largo de la investigación me metí tan de lleno en el personaje que en un primer momento la novela llegó a tener 800 páginas más las notas a pie de página de los muchísimos personajes reales que aparecen y que podrían tener su historia al margen, pero que nadie se preocupe, todo ha quedado en unas cuatrocientas menos», bromeó José Morella, profesor de Lengua Castellana en Barcelona y autor también de las novelas La fatiga del vampiro (2004) y Asuntos propios, novela finalista del premio Herralde en 2009, y del poemario Tambor de luz (2001).
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