La corrupción, el cáncer de la política

Dotar a la Administración, en este caso local y autonómica, de un departamento dedicado de manera específia a garantizar la transparencia en la relaciones de las instituciones con todos sus proveedores externos es una medida imprescindible. La confianza de los ciudadanos respecto al buen fin de la gestión de los recursos públicos se ha quebrado y es imprescindible recuperarla. La Oficina es, en estos momentos, una herramienta imprescindible.

Investigación coordinada.

El fenómeno de la corrupción se ha podido desarrollar, y no sólo en Balears, gracias, en buen medida, a la falta de conexión entre los diferentes departamentos de la Administración, incluso de un sólo organismo. El mero cumplimiento formal de las exigencias legales permitía orillar el control administrativo de los expedientes, un trámite en demasiadas ocasiones superficial. La Oficina de Lucha contra la Corrupción permitirá establecer nuevas alertas sobre los comportamientos anómalos y los abusos o proyectos injustificados, auténticos pozos sin fondo del que se han aprovechado en beneficio propio algunos políticos sin escrúpulos. El cruce de la información puede ser un punto de inflexión en la persecución de la corrupción en Balears.

Máxima independencia.

El reto de la futura Oficina es el de garantizar la máxima independencia del poder político, proyectar una imagen de rectitud y criterio –el prestigio de sus gestores será determinante– que revierta el actual clima de descrédito que tiene todo aquello relacionado con la Administración. Y es posible cambiar una dinámica perversa que ha colmado la paciencia de los ciudadanos tras el rosario de escándalos que han salido a la luz pública en los últimos años. Tiene que haber un después de la Oficina de la Lucha contra la Corrupción.