Sandías y melones, auténticas estrellas del verano en todas los comercios de frutas y verduras, mantienen todavía su protagonismo en los mercados de las Pitiüses, aunque unos nuevos inquilinos piden paso con el inminente cambio de estación.
Si hace unas semanas la temporada de la uva hacía evidente que el estío se acercaba a su ocaso, la irrupción de los primeros boniatos lanza un mensaje claro: el otoño ya casi está aquí.
La estampa se completa con el retroceso de sandías y melones, que cada día ceden mayor terreno a las calabazas. Entre estas últimas, de las que existen 850 especies en todo el mundo, empiezan a incorporarse las variedades de invierno, de corteza más gruesa y dura que las de verano.
En el Mercat Pagès de Sant Antoni, el avance de las calabazas se hace manifiesto en el puesto de frutas y verduras Can Tura. Su propietaria, Maria Ramon Sala, explica que todas las que comercializa proceden de la finca que su familia posee en el Camí de sa Vorera, cerca del núcleo urbano. «Hace un mes que empezamos a recogerlas y tendremos todo el invierno, tampoco podríamos sacarlas todas de golpe», comenta entre risas. «Muchos la dejan solo para el invierno, pero hay muchos platos de verano o de entre tiempo que se pueden preparar con ella», añade la comerciante. Además, también remarca su asequible precio (un euro/kilogramo) y su durabilidad:«Aguanta mucho en la nevera y hasta se puede congelar».
Y es que, gastronómicamente, la calabaza resulta muy versátil y se puede encontrar en multitud de recetas: suele emplearse en cremas y purés –tanto fríos como calientes– y también en postres, cuyo sabor potencia con su dulzor. Asimismo, también puede prepararse al horno, gratinada o rebozada, con posibilidades infinitas en función de su acompañamiento y de la imaginación de quien la cocine.
A nivel dietético, la calabaza destaca por su bajo aporte calórico, pues su contenido en agua puede alcanzar el 92%. Además, es muy rica en minerales y vitaminas A, B1, B2, B3, B6 y E. Entre sus beneficios, cabe citar que el efecto diurético que proporciona su consumo y sus propiedades antioxidantes.
Como prueba definitiva del notorio cambio de estación, más allá de las evidencias meteorológicas de las últimas fechas, Maria Ramon señala la llegada de los primeros boniatos de la temporada:«Marcan el final del verano y ya se mantendrán durante todo el invierno». Su precio (2,50 euros/kilo).
Por otro lado, Esperança Ribas, del puesto de frutas y verduras Can Vedrané, también en el Mercat Pagès de Sant Antoni, se decanta por otros productos para ilustrar la transición entre el verano y el otoño. Habla de las uvas:«Son de nuestra finca, en CanTomàs (Sant Josep); hará un mes que tenemos y cuando salen es que le queda poco al verano».
En su puesto, comercializa tanto variedades locales como foráneas:«La gente suele preferir las uvas de fuera, más grandes, redondas y más bonitas, pero las ibicencas tienen mucho mejor sabor, son más pequeñas y feas pero más buenas», indica.
Otra fruta que destaca son las ciruelas tipo Claudia. «Estas son tardías; las tenemos desde hace pocos días y pocos más durarán», detalla.
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