Eivissa es uno de los pocos sitios del mundo donde es posible hacerse una réplica de uno mismo con un realismo absoluto. «Son selfies en 3D, unas figuras que se hacen con una impresora en tres dimensiones», explica Simon Yamamoto, empresario afincado en la isla que, desde hace unas semanas, ofrece este servicio en el hotel Ushuaïa Tower a través de la firma Mini Me Ibiza.
Allí, una cabina dotada de 67 cámaras capta las imágenes de una persona desde todos los ángulos. Los datos obtenidos se procesan en Düsseldorf (Alemania), donde una impresora –«la más precisa del mundo», apunta Yamamoto– moldeará la pieza. Una vez hecha, se envía a cualquier parte del mundo.
Su precio va desde los 99 euros una figura de 10 centímetros hasta los 899 de una pieza de 35 centímetros. Aunque también se puede aumentar la escala, como hizo el exfutbolista brasileño Ronaldo Nazario, quien encargó una réplica de sí mismo a tamaño natural, que le costará 50.000 euros.
Mini Me ya está presente en Barcelona, Nueva York, Tokio, Berlín y Düsselfdorf y el próximo mes aterrizará en Miami, Moscú, Sidney y Abu Dhabi. Su promotor explica entusiasmado que esta tecnología podrá usarse en el futuro para fabricar prótesis o en la construcción: «En 2024 se podrá hacer una casa». Con comida ya lo han probado y, según explica, también funciona.
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