El tornado arrancó de raíz decenas de pinos. | Toni Escobar

«Está todo patas arriba. Tenemos trabajo para varios días», señala Cristina, mientras arregla una de las plantas destrozadas por el temporal. El martes un tornado barrió durante quince minutos varias parcelas de Can Nebot. La lluvia del miércoles reblandeció el terreno y cayeron algunos de los pocos árboles que quedaban intactos. Ayer, varios vecinos de la zona aprovechaban la tregua meteorológica para ir arreglando los desperfectos. Cristina se encarga de las plantas, Thierry se dedica a los árboles. En tierra, sabinas, pinos y albaricoqueros, que tiene que ir troceando. «Sólo han resistido en pie los naranjos, los más pequeños», indica a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA un ajetreado Thierry. «Som pagesos barats», apuntó Cristina, azada en mano.

Faltaba unos minutos para las 14 horas del martes cuando el tornado entró por la zona de su parcela y ascendió por la ladera unos 500 metros arrancando de raíz varias decenas de árboles o cortando las copas de los pinos más altos.

Ayer, un helicóptero sobrevolaba la zona para evaluar los daños desde el aire. La tarde del miércoles recibieron a tres concejales de Sant Antoni, que tomaron nota de las necesidades de los vecinos afectados.

Unos metros más arriba está el que podría denominarse epicentro del daño. La casa donde vive Paolo está completamente rodeada de árboles tumbados. Pinos, algarrobos y sabinas amontonados a la espera de ser retirados. Paolo ya ha reparado la puerta de la finca, que acabó a casi 50 metros de distancia. Su camioneta de trabajo todavía está cubierta por un gran pino. «No puedo tocar nada hasta que venga el perito», señaló Paolo, quien apuntó que su padre lo «lleva bastante bien» pero su madre «todavía está muy impresionada. El propietario de la casa le ha advertido de que los árboles serán retirados por operarios de Ca na Negreta.

Siguiendo el camino vecinal encontramos la casa de Manuel Andrade. «No ha quedado ni un árbol en pie», indica con impotencia Manuel, quien revisa los daños junto a su perrita Blaqui. «Me lo voy a tomar con calma, ya que dicen que va a llover más. Cuando pase el temporal nos pondremos a cortar los árboles. Cuando llegó el tornado, él estaba con sus gallinas. «Empezó a llover fuerte y me metí en casa con mi mujer y mi hijo. Al principio estaba preocupado por el corral donde tengo los animales. Pasados los quince minutos de estruendo, vimos el panorama que había quedado y me di cuenta de la que nos habíamos salvado», indicó Manuel. Ayer todavía repasaba los vídeos y las noticias del tornado junto a su hijo Sergio. «El fin de semana seguro que vienen amigos que nos han llamado para ver cómo ha quedado todo esto».

El tornado castigó durante quince minutos esta zona de Sant Antoni dejando una huella de destrucción con más de un centenar de árboles afectados en aproximadamente unas tres hectáreas, un terreno similar a tres campos de fútbol. Algarrobos, pinos y sabinas con un gran valor para los vecinos que, eso sí, pueden contar que sobrevieron a un tornado.