Primero porque es una localidad repleta de turistas, fundamentalmente ingleses y alemanes, que ayer miraban con una mezcla de desconcierto y admiración qué eran esos 10 carros tan raros - siete de ellos de barana - que desfilaban por las calles, y después porque no hubo procesión. E, incluso, puestos a ser diferentes, el reparto de bunyols, coca de pimientos y verduras y refrescos, lo llevaron a cabo en un lateral de la iglesia los encargados de prensa de Santa Eulària.
Además, es Canar sigue manteniendo intacta una de sus tradiciones, el concurso de paellas, en el que, desgraciadamente cada vez participa menos gente. En esta ocasión el primer premio fue para Toni de Cas Pagès, que preparó un arroz para 150 personas, el segundo para la agrupación Jacaranda y el tercero para la Asociación de Vecinos de Sant Carles.
Tampoco faltaron ayer el pequeño mercado de productos artesanales situado junto a la playa y formado por unas diez paradas, fundamentalmente de la Associació Es Retorn, y en los que se podía ver una representación de productos como bordados, espardenyas, castanyols, bolillos o utensilios de esparto. «Todos los años vienen alemanes, holandeses, ingleses y muchos catalanes y a todos los encanta ver las cosas tradicionales que hacemos en Eivissa y es que descubren un mundo que no se imaginaban», explicó la presidenta de Es Retorn, Loreto Mayol.
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