Por lo general, se puede decir que bio, ecológico y orgánico son conceptos sinónimos que se utilizan para describir aquellos productos que no han sido tratados con ningún tipo de pesticida o producto químico que no sea natural; que han sido cultivados respetando el medio ambiente y que no son transgénicos.
Paquita Planells, que regenta el puesto Eco Mercat en el Mercat Nou de Vila, explica que el cliente de este tipo de productos es «fijo, no ocasional, sino habitual».
Sin embargo, cree que todavía existe una barrera para que estos productos lleguen al gran público: «La gente aún desconfía, no está segura de que un producto sea realmente ecológico aunque tenga el correspondiente sello oficial», comenta.
Además, se añade el problema del precio:«Muchos tampoco entienden que deban pagar por una harina ecológica 1,20 euros cuando en el supermercado cuesta 20 céntimos», afirma la comerciante.
Para superar ese escollo, la receta de Planells es clara: «Hay que dar más información y tener claro que la producción ecológica no es tan rentable como la de la industria alimentaria convencional, pero sí más sana». En el caso de las harinas, señala que «la mayor parte de las que se comercializan son tratadas y han generalizado intolerancias que antes casi no existían».
Otra premisa que sigue es la de «explicar bien los beneficios de cada producto». En este sentido, pone como ejemplos el sirope de algave –planta con la que también se elabora el tequila– o la estevia: «Son edulcorantes naturales que ayudan a regular el azúcar, incluso en muchos casos de diabetes», apunta.
«Sin embargo, no son una alternativa a la medicación», advierte, mientras señala otra vía para equilibrar el nivel de glucosa en sangre:«Un par de cucharadas diarias de legumbre azuki –que además tiene mucha proteína vegetal– pueden ayudar a los que estén a 130 o 140 mg/dl, a niveles intermedios, pero no a los que están más alto».
En Eco Mercat, predominan las harinas, los arroces y una amplísimo abanico de legumbres y cereales. Entre estos últimos, encontramos en este puesto desde mijo a bulgur, pasando por couscous, o quinoa. Sobre esta última variedad, Planells afirma que «está muy de moda, tanto que ha duplicado su precio –hace cinco años no llegaba a los seis euros por kilo y ahora está a diez– y hay incluso problemas de existencias».
También tienen un amplio surtido de salsas –curry, boletus, teriyaki, agridulce– y aceites (de sésamo, calabaza o coco), entre otros artículos como azúcar de caña ecológico, miel y mermelada de Eivissa o pasta de Kamut.
En cuanto a la marcha del negocio, lamenta que la crisis económica «se ha notado». En verano, tampoco observa grandes cambios con la temporada turística: «Vendemos a un nivel similar todo el año. Por muchos turistas que vengan, no notamos mucha diferencia, depende sobretodo del bolsillo que tengan».
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