Despedida. Virginia Marí pasó ayer su último día como alcaldesa en Can Botino trabajando «hasta el último momento». | Toni Escobar

Desde el despacho de la alcaldesa en funciones de Vila, Virginia Marí, se puede ver toda una panorámica del puerto de la ciudad. En su último día en el cargo, no puede evitar, de tanto en tanto, perder la mirada ante estas vistas privilegiadas.

Parecen los síntomas típicos de la nostalgia de una despedida, pero lo cierto es que como aficionada a la vela y tal como ella mismo desvela tiene «mono de navegar». Es un hobby que ha tenido que abandonar en los nueve meses que ha asumido la alcaldía y que ahora ansía recuperar en cuanto pase a la bancada de la oposición.

Hasta entonces, su último día lo dedicó a trabajar «hasta el último momento», firmando documentos para no dejar cosas pendientes. Ayer ya tenía todo «más o menos» recogido, y dejó algunas cosas en su despacho como una orquídea, no para Rafa Ruiz, sino para que la cuide la socialista Lurdes Costa.

Nueve meses «intensos»

Virginia Marí dice que se va con la «conciencia tranquila del trabajo bien hecho» y con el «honor» de haber ocupado este cargo» tras un corto mandato que califica como «muy intenso». Considera que estos meses han sido como hacer un doctorado o un máster en el Ayuntamiento, por lo que ahora se va «un poco triste» porque ahora ya había conseguido dominar el funcionamiento de la administración y conocer bien a los funcionarios y trabajadores de Can Botino, pero «muy contenta» por todo lo realizado. Si se tiene que llevar alguna espinita es por algunos proyectos pendientes que le hubiera gustado dejar hechos como el cambio de jardinerías o la contrata de limpieza finalizada.

Remontada

No obstante, recuerda que nueve meses es poco tiempo, pero que le han servido para remontar la situación de Vila y reconoce que si las elecciones se hubieran celebrado hace un año hubiera sido un «desastre», ya que cuando entró les daban cinco concejales. «Hemos llegado a casi nueve, demostrando que se puede trabajar bien», asegura Marí, que dice que no hay que olvidar que han sido la lista más votada.

Espera que el pacto de izquierdas entre PSOE y Guanyem dé estabilidad a la institución «por el bien de la ciudadanía», aunque avisa que en sus 21 años como funcionaria ha visto muchos pactos y «nunca» han funcionado.

Pactos «inimaginables»

Además, señala que los «principales problemas» de este municipio como el Cetis, Eivissa Crea, Eivissa Centre o el PGOU «son temas de pactos de la época de Lurdes Costa y Xico Tarrés». «Aparentemente el PSOE no puede gobernar nunca si no es con pactos, se lo tendrían que hacer mirar», apunta Marí, que asegura que tenía claro que la política de los otros partidos era «fuera PP» y que así lo están demostrando con «pactos inimaginables». En este sentido, destacó que hasta hace dos días para Guanyem y Podemos el PSOE era casta y ahora «parecen amigos de toda la vida» y las imputaciones han dejado de ser «tan importantes». «Creo que los partidos tienen unos principios, al menos yo los tengo, pero cada uno duerme en su cama con su conciencia». A Virginia Marí también le hace «gracia» que las prioridades del futuro alcalde socialista, Rafa Ruiz, sean el emisario, la limpieza y el PGOU, tres proyectos que ya están «encaminados y hechos por el PP». Según asegura «con todos los proyectos en marcha, es fácil continuar el trabajo que ya está iniciado».

A partir del lunes recuperará su trabajo como funcionaria en el Consell d'Eivissa, aunque promete que desde la oposición piensa «estar encima y controlando todo» con un equipo que considera «buena gente, honrada, trabajadora y muy formada», para que el ciudadano sepa que «esto no se ha acabado».

Ayer abandonó Can Botino como alcaldesa, donde ha trabajado «como una técnica más» y con «las puertas siempre abiertas» — «tengo ese vicio, porque no sé estar aquí encerrada»— y volverá a entrar como concejala de la oposición para seguir «dando guerra».