Un breve repaso a la Memoria nos lleva inmediatamente a varias conclusiones: la primera, que son muchas las personas que sufren en nuestra Diócesis a causa de la pobreza, la marginación, el paro y la exclusión, no obstante los mensajes que medios oficiales difunden de que la crisis económica ha sido ya superada o está en trance de serlo muy próximamente. La segunda, que, frente a tanta necesidad, se ha puesto de manifiesto, más incluso que en el pasado, la solidaridad de las gentes de estas islas, ya sea por su aportación de trabajo voluntario o por sus donaciones (en metálico, en ropa, en colaboraciones profesionales o empresariales). La tercera, que es mucho lo que queda por hacer, pero también que Cáritas se ofrece como plataforma para realizar muchas actividades para ayudar a quienes lo necesitan de manera organizada, sensata y bien orientada. La última, que, como tantas veces ha repetido el Papa Francisco, es necesario cambiar el sistema económico dominante, porque es él el que produce, mantiene y cronifica la pobreza y la creciente desigualdad en el seno de la población.
«Institucionalmente, Cáritas es parte esencial de la Iglesia. Una Iglesia sin caridad no existe. Y Cáritas es la institución del amor de la Iglesia. (…) Cáritas es la caricia de la Iglesia a su pueblo. La caricia de la Madre Iglesia a sus hijos, la ternura, la cercanía. (…) Cáritas es directa, es el amor de la Madre Iglesia que se acerca, acaricia, ama. En ese sentido, me permito decirles que ustedes son los testigos primarios e institucionalizados del amor de la Iglesia. Y desearles que puedan seguir haciendo esto": son palabras del Papa Francisco dirigidas a Caritas Internationalis (audiencia en el Vaticano, 17 mayo 2013). No podemos más que sentirnos confortados y animados en nuestra tarea por esas palabras del Papa, sobre todo cuando las dificultades, los dramas personales, los callejones sin salida que tantas veces compartimos nos abruman.
¿Y cómo venimos cumpliendo esa misión en nuestra Diócesis? ¡Tantas formas de ayudar…! Volvamos a la Memoria. En cada historia personal de acercamiento a Cáritas, todo comienza con la acogida, un momento fundamental: la persona llega a nosotros ?sea en nombre propio sea en el de una familia entera? para confiarnos su vida, sus dificultades, sus penalidades y también sus ganas de salir adelante, de superarse, de alcanzar, para sí y los suyos, una vida digna. Casi 1.500 personas fueron acogidas y atendidas, con delicadeza, con discreción, con competencia, el año pasado.
Al Centro de día acuden cotidianamente las personas que no tienen hogar o que se encuentran demasiado solas o desarraigadas. Casi 200, en 2013. Y a cada una la llamamos por su nombre, le damos la bienvenida, le ofrecemos calor de hogar, un desayuno y un lugar donde refugiarse del frío, del calor, y, a veces, incluso de algunas gentes que les tratan mal. Y, por la atención profesional de las trabajadoras sociales, comienza un proceso que quiere desembocar en la reintegración total de cada una de ellas en la vida social y laboral, gracias a su propio esfuerzo y con nuestra ayuda. Pero muchas de esas personas, y otras que eventualmente se unen a ellas, necesitan comer todos los días, así que en nuestro Comedor social les ofrecemos a diario un plato caliente; 230 personas se beneficiaron de esa acción, gracias a la aportación generosa de 28.000 menús donados por la familia Vilás. Junto a la comida, siempre una sonrisa de acogida, una palabra de comprensión, un gesto de acompañamiento venidos de nuestras personas voluntarias y contratadas.
Con quienes frecuentan el Centro de día y con otras personas se realiza un pre-taller con la finalidad de que vayan recuperando habilidades sociales básicas. Y, superada esa etapa, muchas de ellas y otras que nos hacen llegar los Servicios Sociales de los Ayuntamientos se integran en uno de nuestros programas de formación e inserción sociolaboral: "A tot drap", para el almacenamiento, tratamiento y reciclado de ropa de segunda mano (de la que se recogieron el año pasado 370 toneladas, gracias al centenar de contenedores repartidos por toda la isla de Ibiza), ubicado en el polígono industrial Montecristo, de Sant Rafel, que acompañó a 52 personas, de las cuales 14 consiguieron un empleo; y "Can Pep Xico", taller agrícola que el año pasado acogió a 43 personas, de las cuales 12 lograron su plena inserción laboral. En ambos, se ofrece a los participantes formación, asesoramiento, adiestramiento en habilidades sociales y laborales, y también la cobertura de sus necesidades básicas.
La actividad que es más demandada en estos momentos es la de orientación y mediación laboral, lo que evidencia la voluntad de las personas desfavorecidas de no permanecer en ese estado de carencia, dependiendo de otros, sino de salir de él y alcanzar una vida digna. Este servicio se dirige a personas con dificultades para acceder al mercado laboral y que buscan una oportunidad dentro de un contexto sociolaboral, como el nuestro, extemadamente complicado. Alrededor de 700 personas acudieron el año pasado a él en busca de ofertas de trabajo, formación, elaboración de currículum, etcétera, y gracias a esa labor se consiguieron casi 100 contrataciones, algunas de ellas propiciadas desde la misma Cárita a partir de los contactos mantenidos con empresas que brindan diferentes espacios de trabajo.
Pero muy importante también es la labor de educación y formación realizada en el Centro "Betania" (situado en el barrio de Cas Serres, de Vila) con niños, adolescentes y adultos (tanto hombre como mujeres). La actividad de este centro contribuye a prevenir situaciones de riesgo entre los más jóvenes y dota de formación y habilidades sociales y laborales a los adultos. Se ha atendido a más 300 personas, ofertando una veintena de cursos de formación para ayudarles a estar mejor preparados en su búsqueda de trabajo, favorecer la inclusión social y la relación entre los diversos grupos poblacionales. Actualmente, el mismo centro desarrolla tareas de animación socio cultural en el barrio, desde su clara identidad cristiana, en colaboración con la parroquia, la asociación de vecinos, los centros de enseñanza y otras instancias sociales.
Hay una tarea callada y escondida, pero muy valiosa, que es la que realizan un grupo de señoras voluntarias desde hace muchos años, cosiendo y elaborando prendas de abrigo (que tradicionalmente se entregaban a las personas que se encuentran en prisión) y muñecas de artesanía, aprovechando recortes y retales de telas que nos son donadas gratuitamente. En esta misma línea, se debe destacar la tarea desarrollada en las cinco tiendas solidarias (dos en Vila, y una respectivamente en Sant Antoni, Santa Eulària y Sant Jordi), en las cuales se entrega gratuitamente gran cantidad de ropa en buen estado a personas que la necesitan: casi 1.500 personas (derivadas por los Servicios Sociales de los Ayuntamientos y por los de Cáritas), por medio de unos 1.100 vales, ropa que, al módico precio que se les asigna en nuestras tiendas para ser vendida (entre 1 y 6 euros la prenda), podría equivaler a unos 18.000 euros. En una de las tiendas de Vila se ofrece también productos de Comercio justo.
Quienes están en prisión ("Estaba en la cárcel y vinisteis a verme…", Mt 25, 36b) sienten de manera particular la soledad. Por eso, nuestras personas voluntarias todas las semanas van a pasar horas y horas con ellas, les hacen compañía (hay voluntarias de diversas nacionalidades, lo que facilita la comprensión con los extranjeros), les sirven de enlace con sus familias…, y Cáritas les ofrece también, a los más necesitados, una modesta ayuda económica para sus pequeños gastos en la prisión. Por otro lado, nuestra institución es también entidad colaboradora de la Dirección General de Asuntos Penitenciarios para la recepción de personas que deben cumplir penas de servicios a favor de la comunidad o, en casos especiales, incluso para acoger durante el día en alguno de nuestros programas a internos que gozan del tercer grado.
Por último, hemos repartido más de 130 toneladas de alimentos, siendo 3.500 las personas beneficiarias (de las cuales, más de un 10 % son niñas y niños con edades comprendidas entre 0 y 8 años) a través de la red parroquial de Cáritas. Y también hemos ayudado, mediante el Fons Pitiús, a instituciones de Honduras ligadas a la Iglesia en su afán de facilitar instalaciones para la formación de los jóvenes. Y, finalmente, en la Residencia "Reina Sofía", vinculada a la Diócesis, en la que viven una media de 130 personas ancianas y enfermas, nuestras personas voluntarias les aportan alegría, compañía y aliento.
¡Tantas formas de ayudar…! ¿Por qué no ofrecernos como voluntarias y voluntarios a Cáritas?
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