Lo de ayer fue un capítulo más a sumar a este cuento que parece nunca acabar. Una vez más, la protagonista del relato fue [muy a pesar de algunos] la aún alcaldesa de Vila, Marienna Sánchez-Jáuregui, que ayer en su alegato de defensa se reconcilió con el exjefe de gabinete Antonio Martínez Beneyto, ahora ya catapultado por todas las críticas que recibió en su momento, y con la segunda teniente de alcalde Lina Sansano, con la que no dudó en compartir risas durante las cinco horas de pleno. El que no se libró de las críticas de la reina del cuento fue, una vez más, su compañero de pupitre Juan Daura, a quien le echó en cara no haberla informado sobre las facturas que han provocado su [aún por ver] debacle política. Los medios, cómo no, también fuimos víctimas. Y fuimos objetivo de sus puñaladas por, según su defensa, «bombardear cada día con noticias negativas que afectan a cargos públicos, responsables políticos, etc, involucrados en corrupciones, malversación de fondos, cobro de comisiones ilegales» y por llevar una campaña mediática contra su persona. Y aquí hago un inciso y me remito a la información que proporcionó el concejal de PSOE-Pacte Enrique Sánchez: el pago de 4.000 euros por organizar el gabinete de alcaldía [visto lo visto habría que preguntarse cómo se organizó] y una factura de poco más de 20 euros por la funda del móvil de la misma alcaldesa para que entre todos los ciudadanos la paguemos. Olé. Luego son los medios los que bombardean con titulares negativos por supuestas ilegalidades y desvergüenzas políticas.
La oposición tampoco se libró de los hachazos y, si no hubiera suficiente enjundia con lo que se debatía, Jáuregui decidió recordar una y otra vez la reciente imputación del anterior equipo de gobierno por condonar la deuda a la empresa que gestionaba la zona azul así como encender el ventilador y ofrecer toda una serie de cifras de pagos realizados entre el 2000 y el 2011. La recurrente táctica del ‘ytúmás'. Mientras, el ciudadano paga que te paga.
La reina del cuento, que ayer optó por vestir de azul marino y evitar el rojo pasión que ha lucido en las comparecencias donde se la ponía entre la espada y la pared [a lo mejor porque ya se ha dado cuenta de que no le da suerte], contó con espectadores de lujo que no cabían en su sorpresa al escuchar su defensa. Entre ellos, el portavoz del Partido Popular, Miquel Jerez, el conseller d'Economia Álex Minchiotti y la presidenta de la junta local de Vila, Carmen Domínguez. El exconcejal Toni Roldán o la que fuera diputada Marian Suárez tampoco quisieron perderse este nuevo capítulo.
La jornada empezó con el intento, por parte de la responsable de protocolo, de volver a sentar a los dos concejales del PREF en la bancada del equipo de gobierno, algo a lo que Ignacio Rodrigo y Miriam Valladolid se negaron. Jerez, por su parte, cual entrenador de un equipo de fútbol, saludó a los más jóvenes (Joan Mayans, Rai Prats y Mar Sánchez) con mensajes de «ánimo» por todo lo que se avecinaba. Y no fue para menos. Rai Prats no escatimó en hacer aspavientos de rechazo cuando su aún primera edil intentaba de todas todas defenderse. Al mismo tiempo, Jerez levantaba las cejas a punto de salirse del encuadre de su rostro y Juan Daura lanzaba la mirada al cielo implorando la ayuda de un ser superior para que despegara el trasero de su compañera del asiento y se marchara de una vez por todas. Pero nada de esto hizo que llegara la dimisión.
La futura alcaldesa, Pilar Marí, no empezó con buen pie al mantener su silencio [como lleva semanas haciendo a pesar de ser la portavoz del equipo de gobierno] y rechazó usar su turno de palabra para leer las conclusiones de la comisión, algo que le reprocharon los grupos de la oposición. Sánchez Navarrete, por su parte, se marcó varios monólogos en los que, esta vez con más delicadeza de lo que estamos acostumbrados, no dejó títere con cabeza, incluyendo a Jerez, José Manuel Alcaraz o José Juan Cardona entre sus víctimas dialectales.
El concejal de Epic, Toni Villalonga, intentó hasta el último momento que el cuento acabara ya e instó a Jáuregui a que cumplimentara la plantilla correspondiente formalizando su dimisión, que la firmara y se ofreció a bajarla él mismo al registro de entrada: «Pero dimita hoy», suplicaba Villalonga. La reina del cuento no accedió. La historia continúa y dudo de que haya un final feliz.
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