Las obras de las aulas apuntaladas desde marzo del curso pasado en el colegio L’Urgell de Sant Josep han finalizado en un mes, un plazo de tiempo muy corto teniendo en cuenta que desde marzo estaban inutilizadas estas aulas.

La directora del colegio de infantil y primaria, Fina Orejuela, manifestó ayer su satisfacción por la rapidez en la que se han acometido las obras, pero lamentó que hayan tardado tanto en iniciarse: «Por una parte estamos contentos porque en un mes se han hecho las obras pero es un poco indignante esperar desde marzo con las clases apuntaladas; tenían que haber empezado antes porque en verano hay dos meses y medio sin niños en el colegio y no altera el eritmo escolar».

El gerente del Institut Balear de Infraestructuras Educativas de la Conselleria d’Educació, Pere Mas, visitó ayer el colegio L’Urgell en el que comprobó las obras acometidas en el colegio.

La mudanza

El colegio tuvo que trasladar a mediados de curso a los dos grupos de alumnos afectados que estaban en las aulas apuntaladas, de primero de primaria, por el mal estado de las clases a otras dos aulas que se utilizaban para biblioteca y música. Allí estuvieron desde marzo a final del curso pasado. Al comenzar este curso escolar se instalaron las dos aulas modulares en la zona del patio del colegio que se destinaron para biblioteca y música. Ahora, el colegio tendrá que estudiar cuándo realizan la mudanza, si las aulas reformadas las utilizan para biblioteca y música y los niños se quedan en las aulas «o plantearnos hacerlo al final del curso cuando estamos los maestros sin niños y podemos dedicarnos a hacer el traslado con la ayuda del Ayuntamiento de Sant Josep, que ya nos ha dicho que van a colaborar; tenemos alumnos en el colegio y no podemos dejarlos en una clase e irnos a trasldar muebles», indicó.

Las obras concidieron con el comienzo del curso. Las dos aulas apuntaladas están encima de los grupos que este curso han empezado primaria que ha ocasionado algún tipo de contratiempo. «Han tenido un mes de ruido y una mañana nos dijeron que había que apuntalar una clase por seguridad, pero conseguimos que el arquitecto aplazara lo que tenían que hacer aquel día», indico la directora, que expresó su agradecimiento «a la paciencia de los padres, los alumnos y al claustro».

El dilema de la pizarra digital
Educació asignó una pizarra digital para una de las clases apuntaladas que no se pudo instalar debido a las obras. Desde el colegio aseguran que tenían la la opción de devolverla ya que era inviable su instalación durante las obras o asumir el coste el colegio, que es lo que se ha decidido finalmente. «Cuando podamos entrar en la clase instalaremos la pizarra digital. El gasto de instalarla va a cuenta del colegio», dijeron desde la dirección.