Sant Rafel se llena todos los jueves de gente que acude a visitar los puestos de los artesanos y productores locales.

Todos los jueves, desde las seis y media de la tarde y hasta las once y media de la noche, Sant Rafel acoge un mercadillo. Sin embargo, no es uno más de los muchos que pueblan todos los rincones de Eivissa durante el verano. Es algo distinto. En él, conviven artesanos, productores de fruta ecológica, vecinos, padres, niños, y todos en perfecta armonía.

«Es algo distinto a lo que vemos normalmente porque es una mezcla de mercado de pueblo y mercado hippy que lo hace especial», explicaba ayer Sara Ramón, concejala de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Sant Antoni.

La idea nació con la intención de revalorizar una zona que siempre estuvo marcada por la artesanía y parece que ha conseguido su objetivo. Según Ramón, «cuando abrió sus puertas, el 28 de julio, apenas tenía 11 puestos y ahora, algo más de un mes después, contamos con más de 30 y algunos más que quieren venir, lo que significa que la idea funciona».

Mucha variedad

Hay mucho dónde elegir. Desde las frutas y verduras ecológicas de Martin, Fina y Adele, de Can Fontet, hasta los amuletos, figuras y bisutería inspirados en los dioses púnicos y egipcios de Juan Ballester; los visitantes pueden hallar pulseras, collares y tobilleras de macramé, productos de minerales como el alumbre o la orgonita, marcos de madera de estilos playeros, jabón de aceite de oliva de Eivissa, abanicos con flores de la Isla o joyería con broches y cierres de piedra.

Además, la gente del pueblo tiene su espacio. La Associació de Vesins también colabora activamente dando sangría y comida a los visitantes, y los estudiantes y padres del colegio venden artesanía y comida hechos por ellos mismos para recaudar fondos de cara al viaje de estudios de los alumnos de Sexto.

Todo esto gusta mucho a los visitantes que recorren los puestos. «Fue un gran descubrimiento para nosotros el primer día que vinimos porque aquí se puede encontrar desde fruta a productos artesanales que no hay en ningún otro lugar», aseguraba Sandra, una joven que se ha vuelto habitual del lugar.

Sin embargo, el mayor de sus activos no está en los productos. Según sus artesanos, «lo mejor que tiene este mercado es el buen ambiente que se respira todos los jueves».