Momento de la procesión que tuvo lugar ayer por Sant Agustí.

De camino a la iglesia de Sant Agustí, que ayer celebró el día en honor a su patrón, ya se olía que sería una tarde para todos los gustos, pues quien prefiriera dulce podía optar por un creppe o un brownie de chocolate y para los más salados, coca de pimiento, bocatas de lomo y queso y el mítico choripán de todas las fiestas patronales.

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En la plaza del pueblo, y con ráfagas de aromas de choripán y creppes, se distinguía con facilidad a quiénes eran autóctonos y quiénes estaban de visita, pues los turistas hacían fotos hasta con el teléfono móvil mientras que los de la Isla charlaban entre vecinos y conocidos.

Muchos de los turistas se convirtieron en asiduos al veraneo ibicenco hace muchos años, como Jacques que vino por primera vez a Eivissa hace 42 años. «Tengo una casa cerca de aquí y recuerdo que antes veníamos a comprar al colmado que había en el pueblo de Sant Agustí porque era lo que nos pillaba más cerca», explica para decir que lo que menos le gusta de la Isla es la masificación de viviendas, por eso admira a Sant Agustí: «A diferencia de otras localidades ha sabido mantenerse casi intacto en el tiempo». Esta afirmación también es compartida por Vicent Marí, vecino del pueblo: «Por eso vienen tantos turistas en verano, porque no ha cambiado nada y eso les gusta a ellos y a nosotros». Belén, Eduardo y Belén, por su parte, no querían perder detalle de la fiesta, por eso miraba con frecuencia desde el visor de su cámara. «Venimos desde hace dos años. Nos gusta mucho la Isla y realmente no hemos visto ninguna fiesta patronal», explicaba Belén, que el año pasado se compró una casa en la zona . Tras la misa solemne, oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, siguió una procesión, baile payés y degustación de orelletes como postre de Sant Agustí.