Un carnaval de lo más animal

Con un retraso considerable, que cada año se acentúa más, la rúa de las escuelas comenzó pasadas las diez y media de la mañana. Abrieron el fuego los alumnos más pequeños del colegio Virgen Milagrosa, que junto a sus maestros y padres anduvieron unos minutos entre la escuela y la plaza de la Constitución, disfrazados con lo que había nubes y soles de tamaño tres años y tallas king size.

Recorrido habitual

Tras ellos, al ritmo de la música, una muestra de todo tipo de insectos, aves y herbívoros hicieron el recorrido habitual por la plaza, la calle Sant Jaume, la calle Marc Ferrer, la avenida 8 d'Agost y la escuela. Además, los árboles mostraban un intenso bosque repleto de verdor ya que la comitiva se había iniciado con los niños de la escoleta que iban de compostaje con unos disfraces de cuidada elaboración.

Pero de entre todos los conjuntos, destacaban los payasos, probablemente por la tierna edad de los infantes. Eran un auténtico festival de vivos colores y sonrisas que no dejaban de posar para que padres y madres, abuelos o hermanos mayores les inmortalizaran con sus cámaras de vídeo y de fotos. Es lo habitual en estos casos, mucho participante pero mucho más familiar a quien se le caía la baba viendo a su hijos, sobrinos o nietos desfilar en plena algarabía.