Con el beso de Judas empezó la primera de las 14 estaciones que vivió Jesucristo tras ser arrestado por los romanos hasta su crucifixión y posterior sepultura en el monte Calvario. La recreación histórica de estos pasajes bíblicos por los casi 30 miembros de la banda de cornetas y tambores de Santa Eulària es uno de los momentos más esperados de la Semana Santa en la isla. «A lo largo del camino iremos leyendo las meditaciones hechas por el papa Juan Pablo II; hoy [por ayer] celebramos el quinto aniversario de su muerte», destacó el párroco Vicente Ribas, que leyó las estaciones con Vicente Tur, vicario del pueblo.
«¿A quién buscáis con tal acopio de fuerza?», exclamó Jesús en la primera estación, interpretado por Jesús Àngel Ramos, un joven de 22 años que trabaja en la construcción y que, desde hace siete, personifica cada Semana Santa el calvario de Cristo. La Agrupación Musical Nuestra Señora de los Dolores fue abriendo paso desde la calle del Sol hasta el camino de subida hacia el Puig de Missa, al comienzo del cual Jesús empezó a cargar junto a la cruz (segunda estación) en la que más tarde sería crucificado con dos delincuentes. Ya en la tercera estación se produce la primera caída del Redentor, que durante el recorrido caerá dos veces más por agotamiento.
A medida que el Via Crucis avanzaba, el público asistente iba en aumento con el consiguiente murmullo. Con las palabras «Por favor, les ruego que guarden silencio», el párroco Ribas consiguió en dos ocasiones que cesaran los comentarios entre los asistentes.
Durante su camino,Jesús encuentra a su madre (cuarta estación), recibe el apoyo de Simón de Cirene para llevar la cruz porque los romanos temían que llegara agotado y, por ende, no podrían ejecutarlo (quinta estación); recibe la limpieza de rostro por parte de Verónica (sexta estación). Más tarde cae por segunda vez (séptima estación) y ya en la octava habla a las mujeres de Jerusalén: «Hijas de Jerusalén. No lloréis por mí. Llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Si del árbol florido se hace esto, ¿qué se hará del seco?». Una vez en el Puig de Missa tuvo lugar la undécima estación en la que Jesús, una vez clavado en la cruz, agoniza durante tres horas. Segundos antes de morir clamó a Dios: «Señor a tus manos encomiendo mi espíritu». El Via Crucis concluye en la décimocuarta estación cuando el cuerpo de Jesús es puesto en el sepulcro. «Al tercer día resucitó entre los muertos. El sepulcro vacío es símbolo de la victoria, de la esperanza», concluyó el párroco Vicente Ribas
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