Si algo no faltó ayer en Formentera fue el sabor, el gastronómico, el cultural y el del personal. Aunque las cifras oficiosas facilitadas por la Conselleria de Benestar Social hablaba de unos 1.300 quilos de comida vendidos, hay que tener en cuenta que muchos asistentes hicieron caso a la solicitud institucional de llevar sus propios platos y cubiertos. Finalmente, más de 1.600 ó 1.700 personas que desfilaron en un día desapacible por la Fiesta Intercultural que ayer llegaba a su octava edición.
Lo cierto es que la llovizna iba y venía y los juegos de los niños previstos al aire libre se reubicaron en el Casal de Joves y en la Escola d'Adults, que estuvieron a reventar hasta la hora de la comida. Futbolín, tenis de mesa, karaoke, rally intercultural, acertijo banderas de países participantes, talleres de pintura... hubo de todo y con gran presencia de los padres de los más pequeños.
Mientras, el humo y poco después los olores avisaban que Rumania y Argentina ya se habían puesto en marcha con sus torradas, Castilla-La Mancha elaboraba el gazpacho manchego y los de Balears ya estaba con sus arroces y embutidos, gallegos y asturia- nos, que acostumbran a ir de la mano, preparaban su lacón con grelos y cachelos y otros manjares típicos.
Claro que en este sentido había interés en probar la comida procedente de India o República Dominicana, algunos de los países que participaban por primera vez en la fiesta, amén de los consabidos platos o degustaciones de otros años como las carnes argentinas, las especialidades chilenas, ecuatorianas colombianas, italianas o francesas que, curiosamente, también estaba oficialmente por primera vez en el festejo.
Como era lógico había holandeses colaborando con otros países, italianos mezclados con alemanes, aunque cada uno tenía su teórico 'chiringo'.
La organización se lució, fue ágil de reflejos e improvisó en función del tiempo y la fiesta fue un éxito total, la música de tantos países, la comida y la bebida hacían que los marroquíes aplaudieran a los colombianos que a su vez fueron a probar la comida de los ecuatorianos o dominicanos y que franceses tomaran salchichas de Frankfurt.
Y en lo que a música se refiere, desde la gaita gallega a la jota, la bachata, el son, la balada o cualquier estilo, estaba admitido y representado. Y todo durante horas, mientras el gentío devoraba la ingente cantidad de comida que se había preparado.
Una fiesta que se supera año tras año
La celebración intercultural de Formentera se sobrepuso al mal tiempo con música y gastronomía
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