El administrador y dos coordinadores de proyectos sociales de Cáritas Diocesana Eivissa han presentado su dimisión en estas últimas semanas por desavenencias con la política interna de la institución vinculada al Obispado de Eivissa.

Dos de los ex trabajadores confirmaron ayer la dimisión pero no quisieron hacer declaraciones. «No queremos complicar las cosas y preferimos no hacer comentarios por respeto a la gente que se sigue trabajando. Tampoco queremos perjudicar los proyectos que se siguen en marcha. Es un tema muy delicado», subrayó uno de ellos.

Uno de los coordinadores lleva más de cuatro años en puestos de responsabilidad y colaborando activamente en actuaciones conjuntas con otros colectivos sociales, como la campaña emprendida por la Plataforma por la Convivencia para que Eivissa contara finalmente con una oficina de extranjería y poder atender mejor al colectivo de inmigrantes.

Recomendaciones

La polémica suscitada por el traslado del comedor social a Sa Real u otras cuestiones internas, como que a los trabajadores y voluntarios se les aconseja ir a misa han sido algunas de las cuestiones que ha generado un malestar en el interior de Cáritas.

El delegado episcopal, Miguel Angel Sánchez, negó que la marcha de los trabajadores se deba desavenencias, asegurando que «no se le da la más mínima importancia» apuntando a otros motivos profesionales como «buscar un mejor porvenir». Sánchez afirmó que ahora se encuentran « en un proceso de selección» para cubrir las bajas del personal sin determinar las que se cubrirán porque se hará «según las necesidades de la casa».

En cuanto al proyecto del traslado del comedor, aseguró que «sólo ha habido una misma visión compartida con todos».

Después de descartar trasladar el comedor social del colegio Sa Real, a raíz de las protestas de los padres de alumnos, Cáritas se replantea ahora la posibilidad de remodelar sus propias instalaciones para aumentar las plazas. Cáritas desarrolla proyectos sociales con la aportación económica de las instituciones y los donativos de su fieles. También cuenta con la ayuda desinteresada de voluntarios para realizar su labor social.

Uno de los dimitidos señaló que su negativa de ir a misa es por coherencia personal. El delegado episcopal negó que se obligara a los trabajadores a ir a misa pero sí que se aconseja ya que se trata de una institución vinculada a la iglesia. «No creo que sea nada extraordinario pero no hay ni el más mínimo control. Nadie está obligado a ir a misa», comentó Miguel Angel Sánchez.