Si Autoritat Portuària de Balears (APB) no acepta las peticiones de numerosas instituciones y organizaciones de Eivissa, dentro de un año se resolverá el concurso público para hacerse con el espacio portuario que ocupa el Club Náutico Ibiza (CNI).

De llegarse a este punto, la continuidad de esta entidad quedaría en entredicho ya que, como han vaticinado sus responsables, es difícil que puedan ofrecer una propuesta económica tan suculenta como la que podría presentar una empresa.

Se pondría fin así a una historia que se inició el 27 de febrero de 1925 gracias al interés del capitán mercante y práctico del puerto Francesc Costa Torres, decidido a mantener y potenciar el espíritu deportivo de unas regatas de traineras celebradas poco antes.

En la sede del Club existe actualmente un libro de honor, creado para el 75 aniversario de la institución, que recoge instantáneas de algunos de los momentos más significativos de su historia. Allí se recuperan los recortes de prensa de aquella primera reunión. También se rememora la regata internacional de yates que, partiendo de Cannes, hizo escala en Eivissa camino a Argel.

Papel destacado tiene la construcción de la primera sede social, inaugurada el 15 de agosto de 1932. En unos terrenos ganados al mar, allí donde ahora mantiene sus instalaciones, se levantó una pequeña estructura que sería centro de la actividad social de la Isla.

La puesta de largo no estuvo exenta de detalles que, vistos con perspectiva, no dejan de ser chocantes. Recuerda el actual presidente del club, Pere Vilàs Gil, en un libro editado en 2000, que se había previsto contar con la bendición del obispo pero el afán de separar ámbitos que reinaba en la II República llevó al gobernador civil de Balears a exigir un acto totalmente laico. «Existe el rumor de que el obispo no quiso quedar fuera de la fiesta y bendijo el edificio a distancia, desde el mirador de la Catedral», relata Vilàs. A partir de ahí, llegaría una historia en la que el club se convirtió en centro social con la celebración de bailes, cenas, exposiciones, actividades culturales y sus primeras excursiones por las Pitiüses.

Y, por supuesto, el deporte. En los 40 se construyeron en talleres ibicencos los primeros 'snipes' para la introducción a la vela. En esa misma década llegaron los primeros triunfos en pruebas nacionales. Con los 60 y los 70 se ampliarían las disciplinas (llegaron los primeros 'optimist' gracias al ex presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch) y, poco a poco, se irían llenando de trofeos sus vitrinas.

El libro de honor todavía cuenta con una docena de páginas libres a la espera de ser rellenadas, quizás con nuevos éxitos deportivos, quizás con la noticia de que la singladura del club llega a su fin.

La dirección del club sigue a la espera de que la APB responda a su petición de concederle el interés estratégico respecto al puerto de Vila y, en virtud de este reconocimiento, concederle una prórroga de 20 años. Según explicaron en su momento desde la entidad estatal, la solicitud se ha remitido a los servicios jurídicos para que dictaminen al respecto.