Licenciado en Prehistoria e Historia Antigua. (La Guardia, Pontevedra, 1950) Con cuatro años llegó a Eivissa a bordo del barco Plus Ultra desde Valencia después de una travesía no exenta de mareos: «Tu primer embarque no se te olvida y recuerdo un camarote muy grande». Desde abril de 1974, primero como interino, y dos años después aprobó las oposiciones, es director del Museo Arqueológico de Eivissa, las dos secciones del museo de Dalt Vila y el monográfico de Puig des Molins, un museo marcado por las obras desde 1995.
-Con todos los cambios políticos que ha habido desde 1974 usted se ha mantenido en el cargo.
-No dependo de los cargos políticos. Soy un técnico. Los cambios no me afectan. Es cierto que los políticos son los que mandan pero jamás me he visto presionado por uno o por otro, cosa que agradezco desde las distancia. En ese sentido siempre he tenido una libertad absoluta y he intentando cumplir con lo que era mi obligación.
-Participa en los viajes que organiza la Asociación de Amigos del Museo, ¿Cuál ha sido su última expedición?
-Hemos estado en un país del que desconocía todo que es Rumania. Me ha sorprendido gratamente. Es un viaje cultural. Me ocupo de organizar el viaje y tiro de visitas de museos y monumentos y menos por las compras y discotecas.
-¿Cuál ha sido el viaje que más le ha gustado?
-Es difícil. Me impresionó profundamente Petra que es algo diferente a lo demás. También Letismania, una ciudad romana prácticamente completa al norte de Italia, y Bursa, una ciudad siria.
-¿Qué contarían las piedras si hablaran?
-Muchas miserias del hombre, lamentablemente en todos lados. En nuestra isla hemos tenido problemas culturales y de patrimonio.
-¿Y los ibicencos están interesados en su patrimonio?
-Tienen interés por su patrimonio pero no lo suficiente.
-¿Qué tiene más, de historiador o de arqueólogo?
-He tenido que ir abandonando paulatinamente la arqueología no porque no me guste sino porque muchas veces tienes renunciar a algunas cosas para hacer otras. Por las circunstancias me he visto abocado a tener que trabajar intensamente en el Museo.
-¿Ha hecho mucho daño Indiana Jones al mundo de la arqueología?
-Es indiferente, pero si que para los pequeños se ha transmitido una imagen de saqueador, que te quedas con los objetos y puedes comerciar con ellos. Esto está muy lejos de la arqueología. Es una película y hay que tomársela como es.
-¿Confía en ver inaugurado el museo antes de su jubilación?
-Espero que sí. Trabajamos para abrir el museo a finales de 2010 pero yo no me lo creo, porque siempre hay problemas, y me conformo que se abra en 2011. ¿Culpables? No hay ninguno. He hecho todo lo que tenía que hacer y hemos tenido mala suerte.
-¿Vendrán alguna vez las dos damas a Eivissa?
-Es muy difícil. Vendrán de visita pero no para quedarse. Yo no estoy de acuerdo pero es una realidad. Estas colecciones salieron de Eivissa legalmente aunque hoy en día lo tacharíamos de saqueo.
-¿Cómo se trabaja encima de un cementerio?
-Están quietos y tranquilos. No soy supersticioso. He excavado muchos muertos, justo antes de dirigir el museo estuve dirigiendo unas excavaciones en Toledo, un cementerio mozárabe, y no avanzabas ni 40 centímetros de separación en los que te encontrabas un esqueleto. Recuerdo que un promotor cultural ya fallecido, Vicent Ribas, vino con un grupo de parasicólogos visitando la necrópolis. Yo no siento nada, pero esta gente decía que había dulces vibraciones, de serenidad y de paz. En la necrópolis trabajamos con mucha paz y tranquilidad y somos gente muy pacífica.
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