El verano de 2003 fue para Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y Política Social uno de los que mejor recuerdo tiene. Según publicó el periódico ABC, Trinidad ese verano se escapó a Formentera a disfrutar diez días de calma y tranquilidad. Ese año vivió su derrota electoral a la alcaldía de Madrid. El vínculo que creó con Formentera fue muy especial, ya que realmente pudo sosegar su interior a base de acudir a la playa y disfrutar del bello paisaje. En la pequeña isla encontró lo que buscaba: la soledad que necesitaba para afrontar la derrota. Pero en medio de esa soledad y de esas noches en las que durmió en un colchón en la terraza con el cielo estrellado, pudo vislumbrar una oportunidad. De este modo, fue entre las bellas calas de la isla donde se percató de la capacidad de superación del ser humano en todo su esplendor. Cuando arribó su hermana, alquilaron una bicicleta y recorrieron los parajes más famosos, tranquilos y bellos de la isla. Incluso la ministra afirmó que ese 'calor pegajoso' era delicioso. Con una premisa de «ligo mi felicidad al equilibrio», la ministra pudo sanear su mente del fracaso que le supuso perder su alcaldía. No obstante, durante sus planes estivales en Formentera, pudo disfrutar de las salidas a los chiringuitos y a los sitios más cool para escuchar música chill-out y tomarse algo siempre en compañía de su hermana, un gran apoyo para ella. En esas salidas afirmó que conocieron a mucha gente y que se apuntaban a cualquier fiesta en la playa con la única vestimenta de las chanclas y el pareo. A la hora de ligar, comentó que prefirieron no complicarse la vida y que se limitaron a lo normal: tomarse un refrescante gin tonic mientras mantenían una charla agradable en compañía de alguien interesante. Resulta paradójico que, de un año oscuro para ella, mantenga un buen recuerdo gracias a sus vacaciones en Formentera. Àngela Real