GUILLERMO ROMANÍ

El responsable de Ibifor en Formentera, Miquel Ríos, aseguró ayer que los visitantes no ponen reparo a la hora de pagar y que son conscientes de que las limitaciones se deben a que se trata de un Parque Natural y a que obedece a cuestiones de seguridad, ya que así se garantiza la entrada en caso necesario por cualquier tipo de emergencia, de ambulancias, policía, bomberos o Guardia Civil.

En el control de entrada situado a unos doscientos metros del desvío que lleva de la PMV-820-2 a las playas de ses Illetes y Llevant, Ibifor, concesionaria del servicio de control y acceso concertado con el Consell de Formentera, informa a los visitantes de las tarifas a pagar (cuatro euros para vehículos de cuatro ruedas, dos euros para los de dos ruedas y gratuidad para formenterenses, ciclistas y gente que va a pie o en vehículo eléctrico).

«Funcionando bien»

Miguel Ríos considera que la medida «está funcionando muy bien, estamos más organizados que el pasado verano, contamos con un personal más cualificado y con más idiomas y lo importante es ver que las ambulancias o cualquier equipo de emergencia puede entrar en cualquier momento y la prueba es que esta tempiorada han tenido que entrar hasta el último aparcamiento junto a es Ministre y lo han podido hacer sin problemas». Para Ríos, no hay grandes problemas con los turistas «porque están muy conforme al ver que hay organización, garantías de seguridad y de que se preserva el entorno y entienden que ni coches ni motos pueden colapsar los accesos o subirse en las dunas o zonas protegidas». Se prevé en pocas semanas sustituir el actual puesto por otro más cómodo. Ríos recordó que hace unos años atrás llegó a haber problemas para evacuar accidentados por la congestión de vehículos.

Las plazas disponibles de aparcamiento son alrededor de 350 para coches y entre 900 y 1000 para motocicletas, pero Ríos dejó claro que existe una rotación permanente no es la misma afluencia por la mañana que por la tarde, habitualmente los turistas no se pasan el día en la zona por lo que hay un constante movimiento que hay que ir controlando desde los aparcamiento mediante sistema de walkie-talkie para saber en todo momento dónde se puede dirigir a los usuarios o dónde no. Los únicos problemas habidos hasta la fecha se produjeron en la última semana de junio, coincidiendo con Sant Joan, en la que se tuvo que cortar el acceso, desde la carretera a partir de las doce y media de la mañana o la una del mediodía ya que «no había sitio para nadie, fue una sorpresa para todos, y en cambio en lo que llevamos de julio, aún no hemos tenido que cerrar el acceso ningún día -dijo Ríos-, aunque en algunos momentos hemos estado rondando el límite, pero este verano está siendo un poco raro».