El Consell d'Eivissa repetirá en la reforma de la carretera de Sant Joan el modelo de perfilado de un carril-bici anexo y separado por una barrera que ya ha planteado en la vía de Sant Miquel. El presidente de la entidad insular, Xico Tarrés, y el responsable de Mobilitat, Albert Prats, presentaron ayer este proyecto de modificación que afectará a 12,9 kilómetros de carretera y cuyo presupuesto alcanza los 20,1 millones de euros, 18 de ellos para la ejecución formal y 2,1 para las expropiaciones que afectarán a 174 parcelas «y ninguna casa», según destacó el presidente.

Las líneas principales del proyecto incluyen la ampliación de la plataforma de los seis metros actuales hasta los nueve metros (medio metro más de ancho por cada carril y un metro más de arcén por cada lado), así como la creación de un carril-bici de doble sentido de 2,5 metros de ancho que irá separado de la carretera por una barrera.

Igualmente se plantea el soterramiento de los tendidos eléctricos y telefónicos, la instalación y mejora de 28 paradas de autobús (con mayores retranqueos para la detención de los vehículos, marquesinas para la espera y 'aparcabicis' para favorecer la combinación de ambos medios de desplazamiento), la creación de cinco rotondas que eviten cruces inseguros y la suavización de las curvas con más de 60 grados de giro.

Desde el Consell se explicó que se espera aprobar inicialmente el proyecto en un pleno a celebrar en julio, tras lo cual se abriría el plazo de alegaciones.

Modelo viario

Durante la presentación de ayer, Tarrés reconoció que esta propuesta y la de Sant Miquel, «no gustan demasiado a alguna gente» pero defendió que ambas propuestas «son modelos de lo que pensamos que es el territorio de la Isla y de que optamos por un esquema de movilidad sostenible con carreteras lo más seguras posibles y garantizando el desplazamiento por ellas de diferentes maneras».

Para el presidente insular, «el 98% de las personas con las que se habla del tema están a favor y quienes no lo están, por determinados intereses, plantean dudas pero no son lo bastante claros como para oponerse».

Tarrés afirmó que el proyecto ya ha sido presentado a los alcaldes de los municipios afectados, Sant Joan y Santa Eulària, aunque evitó revelar si Antoni Marí y Vicent Marí se opusieron al proyecto tal y como hicieron con la vía de Sant Miquel. Por último, Tarrés destacó que en esta obra «no hay vivienda que se tire, sólo se derriban y se rehacen algunas vallas».

Por su parte, Prats fue el encargado de explicar los pormenores de la vía, en especial las medidas más relevantes, y destacó que este es un «proyecto muy ajustado» en el que se han buscado soluciones para afectar lo mínimo a los afectados.

El conseller de Mobilitat también reseñó que están a punto de resolverse todas las alegaciones al proyecto de la carretera de Sant Miquel. «Las dos obras llegarán a coincidir. Lo normal es que la de Sant Miquel se inicie antes y acabe antes, pero como faltan trámites intermedios como el paso de ambos proyectos por la Comissió Balear de Medi Ambient, puede pasar de todo», dijo Prats, quién añadió que su intención es que «ambos proyectos estén finalizados esta legislatura».

El carril-bici planteado por el Consell transcurrirá de forma paralela al trazado de la vía en buena parte de su recorrido y permanecerá «segregado» de la carretera para proteger a los ciclistas. Dicho carril será de dos direcciones y contará con un ancho de 2,5 metros. Este trazado estará separado de la plataforma asfaltada por un arcén de 1,5 metros en el que se instalará una valla de madera con interior de metal.

Prats explicó que este diseño, «más flexible en sus dimensiones que el ancho de la carretera, que no puede cambiarse y se mantendrá en nueve metros», se modificará en las zonas en las que haya viviendas, algo que ha obligado a separarlo de la carretera en diferentes tramos. «Allí donde es posible se han aprovechado los caminos ya existentes y, donde no, se realizan nuevos trazados pero que nunca serán asfaltados», aseguró el conseller.