D. MARQUÈS-CIUTADELLA

La mercantil pitiusa Efinvest ha comprado el emblemático hotel rural de Sant Ignasi, en la carretera de Cala Morell de Ciutadella, que desde su apertura, en 1998, gestionaba la sociedad menorquina Fincotel.

La inmobiliaria Fincas Armengol, que ha mediado en la compraventa, confirmó ayer la noticia, si bien rehusó detallar aspectos del acuerdo. El importe de la operación, formalizada el pasado jueves en una notaría de Maó, no ha trascendido.

Efinvest es la promotora hotelera de la familia de Enrique Fajarnés Ferrer, cuyo volumen de negocio abarca desde el Casino de Ibiza hasta el puerto deportivo de Marina Botafoch.

El hotel rural de Sant Ignasi es el segundo establecimiento de este tipo que adquiere, puesto que la misma mercantil ya explota el Gran Hotel Mirador de Dalt Vila, un cinco estrellas ubicado dentro del recinto amurallado de Eivissa que ha sido merecedor de la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Tenis y senderismo

El gerente de Efinvest, Joan Daura, anunció ayer que, antes de que el hotel Sant Ignasi vuelva a abrir sus puertas, el próximo 1 de abril, se renovará por completo su jardinería exterior. Una vez concluida la temporada turística, se introducirán otras mejoras, entre las que sobresale la construcción de sendas pistas de tenis y paddle destinadas a incrementar el atractivo del alojamiento.

«Queremos aumentar la categoría del hotel para que atraiga a un turismo de calidad», dice Daura, entre cuyos planes figura también la modernización de las habitaciones que se encuentran más «anticuadas» y el establecimiento de itinerarios por el interior de la finca que incentiven la práctica del senderismo entre sus clientes.

Las más de 38 hectáreas (38.000 metros cuadrados) de bosque centenario que rodean el inmueble constituyen uno de sus principales reclamos, además de la antigua casa señorial que, construida en 1777, fue reformada por completo en 1997. El hotel, uno de los primeros que se construyeron en el campo menorquín, dispone de 25 habitaciones, de las que cinco son suites que ocupan el antiguo establo. La capacidad total es de 47 plazas.

Efinvest negocia con los dos únicos empleados fijos para que sigan trabajando en el hotel, que en breve plazo contará con un nuevo director. El resto del personal será contratado de forma eventual, aunque no se descarta disponer de una plantilla fija si la demanda aconseja mantener abierto el alojamiento a lo largo de todo el año.

Un hotel cerrado

En la actualidad, el hotel rural de Sant Ignasi se encuentra cerrado al público desde el pasado 1 de octubre, una situación que, en principio, no variará hasta el próximo 31 de marzo.

Menorca cuenta en la actualidad con 17 alojamientos de turismo rural que suman 244 plazas. Cuatro son hoteles rurales (109 camas), once agroturismos (103) y los dos restantes, establecimientos de turismo de interior (32). Eivissa tiene también 17 recintos, por los 210 de Mallorca.

Joan Daura, quien desde el 4 de enero del año pasado ejerce como gerente de Efinvest, admite lo arriesgado que supone, sobre el papel, acometer una inversión de esta envergadura en el actual clima de recesión económica que viven las Islas. «Puede parecer de locos -asegura- pero tenemos la corazonada de que esta aventura puede ir bien. Todavía hay mucho que hacer en Menorca, sobre todo en el mercado del turismo rural», afirma.

Pero el punto de mira del grupo Fajarnés no se limita exclusivamente al ámbito hotelero, sino que Daura tampoco «descarta» que pueda impulsarse algún proyecto en el puerto de Fornells. De hecho, el entramado empresarial al que pertenece Efinvest asume también la gestión del puerto deportivo de Marina Botafoch, en Vila.

La empresa Puertos y Varaderos de Balears, igualmente vinculada a Botafoch, ya presentó hace tres años su propia propuesta de ordenación de la bahía de Fornells. El grupo promotor presidido por otro primo del diputado, Enrique Fajarnés Ferrer, proyectó un espigón triangular de 300 metros de longitud suficiente para dar cobijo a 240 embarcaciones de entre 6 y 25 metros de eslora. No obstante, su propuesta -presupuestada en casi 30 millones de euros, acabó siendo descartada por el Ajuntament.

Otro tanto ocurrió con el proyecto promovido por la sociedad madrileña Marina de Fornells, que fue también desechada por la administración. En su lugar se ha consensuado una fórmula de ordenación de la bahía que no da opción alguna a la iniciativa privada.