Motos y coches eléctricos fueron algunos de los regalos más solicitados.

E

n el día de ayer en Formentera muchos niños vieron cumplidos sus sueños con los regalos de SSMM de Oriente. En una ceremonia atípica pero tradicional en la isla, los Reyes Magos hicieron obsequio de los presentes a los pequeños, y a los no tan pequeños, primero en Sant Francesc y posteriormente en Sant Ferran. En la madrugada del lunes ya lo habían hecho en el Pilar de la Mola cubriendo así las tres parroquias de la isla. Lo curioso de esta tradición es que la entrega de regalos es pública de tal manera que los Reyes tienen todos los regalos y van cogiéndolos uno a uno y llamando por su nombre al afortunado para entregárselo. No es extraño pues ver delante de Ca ses Monges, en Sant Francesc, donde se entregan los regalos a decenas de niños medio subidos a la tarima esperando que suene su nombre para recoger un juguete, un regalo.

Y la verdad es que los tres reyes, con tres pajes micrófono en mano, no paran de decir nombres y apellidos, con sus respectivos apodos familiares o lugar de vivienda, para que no haya confusiones, mientras múltiples ayudantes les van pasando regalos que los chavales suben raudos a recoger. Pero si esta costumbre es diferente de lo habitual, también lo es que la fiesta no sólo es para los pequeños, también los mayores reciben sus obsequios; y ayer sucedieron cosas tan curiosas como que el rey Melchor tuvo su regalo, que por descontado no abrió en público, o el cura párroco de la isla, Miquel Àngel Riera, también tuvo que subir al estrado para recoger su obsequio que tampoco quiso abrir delante de los feligreses

En cuanto a lo que se vio, nada nuevo, bicicletas, motos eléctricas, carricoches, patines en línea, coches, muñecas, vestidos, peluches, libros, cometas, juegos para las consolas, y los mayores también tenían sus ración de cosas para la casa, principalmente para la cocina, guantes, bufandas, libros, perfumes y todo tipo de frivolités.

Tras hora y media entregando obsequios, los Reyes se desplazaron hasta Sant Ferran para una repetición de la jugada en la que los niños, los grandes protagonistas, no salíand e su asombro al ver que SSMM de Oriente habían traído aquello que les habían pedido. Regalos más grandes que los propios niños o cochecitos de bebé cargados de regalos, sin el bebé dentro, por descontado, eran notas habituales en todos sitios, los bebés en brazos de sus padres y el carrito cargado de juguetes para toda la familia. Guillermo Romaní