Un grupo de turistas a punto de coger el autobús.

La crisis económica, que está recortando la llegada de turistas desde los mercados tradicionales de las Pitiüses, puede significar la apertura de la oferta hotelera local hacia los países del Este y, fundamentalmente, desde Rusia, un país del que llegaron a Eivissa unos 10.000 visitantes el pasado año, 3.000 de ellos en vuelos charter directos.

Así lo apunta José Cañellas, responsable en Balears de NT Incoming, filial española del operador ruso Natalie Tours, primera agencia por turistas trasladados desde el país eslavo hasta España y que abrirá en breve una oficina en Vila después de llevar varias temporadas con un vuelo directo entre Moscú y es Codolar.

«El destino es perfecto para los mercados del Este. Para captarles funciona fundamentalmente el sol y playa, algo que Eivissa tiene, así como una buena oferta complementaria», afirma. El interés por venir existe, reitera Cañellas, y la potencia económica de estos países en desarrollo hace que «por más que la crisis sea global, la acusan menos ya que son economías que están creciendo, mientras que los mercados tradicionales hace tiempo que tocaron techo y cualquier dificultad no hace más que colocar sus economías a la baja».

Mercado alternativo

Hasta el momento las empresas turísticas de las Pitiüses han prestado a países como Rúsia, Hungría o Ucrania una atención residual, subordinada a la evolución de las negociaciones con los operadores que trabajan otros mercados como el británico o el alemán. Pero Cañellas cree que esa actitud va a cambiar debido a la crisis.

«Estamos trabajando para concienciar a los hoteleros para que, aunque tengan un parón de ventas, reservan unas pocas habitaciones para estos mercados porque siempre se acaban vendiendo», apunta.

«Habitualmente, salvo que el establecimiento se quedara sin vender habitaciones, nos costaba encontrar alojamientos. Pienso que estas temporadas difíciles van a ayudar a que los empresarios se den cuenta de que esta gente compra. Hasta ahora era una cuestión de que hicieran la apuesta y aguantaran las habitaciones; ahora no les va a resultar ningún compromiso porque van a tener las habitaciones vacías, con lo que vamos a poder ayudarles para ver que ese mercado sí vende», concluye.

En ocasiones, medio en serio, medio en broma, se dice que por el clima un turista ruso podría estar encantado de visitar las Pitiüses en pleno invierno ya que los 7 grados de aquí pueden significar -15 en su país. La cuestión no es tan sencilla, y el turista de aquellas latitudes busca en Eivissa y Formentera lo que la mayoría: sol y playa.

Por este motivo, la apuesta por los mercados del Este supondría sumar clientes potenciales durante la temporada, aunque podría contribuir a reforzar los periodos de baja y media-baja.

«Para nosotros, la temporada turística en estos mercados es muy similar a la habitual en Balears: de finales de mayo o principios de junio hasta mediados de octubre», explica el ejecutivo del operador.

«La cuestión es que los meses de temporada alta no son aquellos que vendemos mejor. Julio y agosto se colocan bien en estos mercados, pero vendemos mejor junio y septiembre», añade Cañellas, quien comenta que, «ahí sí que, para ellos, el clima que tenemos en mayo y junio es tan bueno como el de julio y agosto»

Una de las características destacadas del turismo de los países del Este es que se trata de un visitante que mantiene una media de gasto por encima de la que presentan los turistas procedentes de otras zonas, afirma el responsable de NT Incoming.

«Son turistas de un poder adquisitivo medio o más bien alto, sobre todo en el caso de los rusos, pero aunque no todos tengan un nivel de compra elevado, no hay que olvidar que vienen de un destino que está a más de cinco horas de avión por lo que, cuando están en las Islas, sí que salen de excursión, a cenar y a comprar», afirma Cañellas.

«Sencillamente, cuando vuelven a su país todo es cinco veces más caro y prefieren dejarse todo lo que lleven encima aquí cambiado», incluye en su explicación el ejecutivo del operador, quién añade que «como se van tan lejos, les merece la pena gastar en ese viaje y no como ocurre con un turista que venga de un destino a menos de dos horas de vuelo que puede venir tres días por un precio módico tres semanas después».