Soplando, uno de los oficiantes de la ceremonia introduce aire para separar con más facilidad la piel de la carne del animal.

L

os más madrugadores empezaron a llegar cerca de las 08'45 horas de ayer al polideportivo de Santa Eulària, lugar donde se congregaron más de 2.500 musulmanes para el rezo previo a la fiesta del sacrificio que celebraron más tarde. Tras las primeras oraciones del día, los allí congregados escucharon las palabras del imán Mohamed, que anunció a los presentes que una vecina de Can Negre, Sara que hasta el momento profesaba el cristianismo, había decidido unirse a la religión islámica.

Cerca de las 09'30 horas los musulmanes fueron abandonando el polideportivo. Una vez fuera los hombres buscaban a sus mujeres e hijos, que siguieron el rezo y el discurso desde la parte alta del polideportivo, mientras que los maridos estaban abajo, en las pistas. Para esta cita tan especial, tanto hombres, como mujeres y niños eligieron ropa de fiesta y, en algunos casos, estrenaron prendas, sobre todo los más pequeños. Poco a poco, las familias fueron abandonando el polideportivo de la Villa del Río para dirigirse a diferentes fincas particulares con tal de hacer el sacrificio del cordero. En total, según el portavoz y tesorero del Centro Cultural Islámico de Eivissa, Abelahk Diki, se sacrificarán durante los días que dura esta fiesta tradicional unos 600 corderos aproximadamente. El precio de cada animal oscila entre los 200 y 250 euros. «El padre, el cabeza de familia, tiene que matar obligatoriamente un cordero y si falta porque son familia numerosa pueden comer también vaca».

Durante la mañana de ayer, el portavoz del Centro Cultural Islámico acudió a Can Sellarás, una finca en Sant Llorenç, en compañía de ocho hombres más y algunas de sus mujeres para llevar a cabo la fiesta más importante del calendario lunar musulmán, conocida como Aid el Adha (Fiesta del Sacrificio). La tradición marca que el cordero que se va a sacrificar en el nombre de Alá debe contar con más de seis meses de edad y debe estar totalmente sano: «Además no tiene que tener ningún defecto, por ejemplo, que le falte un ojo o que esté cojo», cuenta Diki, quien añade: «En ocasiones no encontramos corderos que reúnan estos requisitos, sobre todo que cuenten con más de seis meses y nos tenemos que conformar con lo que hay en Eivissa. Por eso queremos juntarnos el año que viene unos 500 o 600 musulmanes en la isla para pedir a las instituciones que traigan corderos de la península para hacer el sacrificio de esta fiesta tan importante». Además, se debe matar al animal antes de las 14'00 horas. Uno de los requisitos imprescindibles es que el cuchillo esté bien afilado para que sólo sea necesario hacer un corte en el cuello del animal: «Si hay que hacer un segundo o tercer corte, el animal sufre más y eso es lo que queremos evitar». Tras comprobar el buen estado del cuchillo colocaron al animal mirando a la Meca y antes de iniciar el sacrificio dijeron: «Dios es grande». Una vez el cordero se desangró totalmente le abrieron una pequeña ranura en el interior de una de las patas: «De esta manera le soplamos dentro y conseguimos que el animal se hinche. Así es más fácil quitarle la piel». El corazón y el hígado es lo que primero se les quita y lo que primero comen los musulmanes tras el ritual de sacrificio: «Las mujeres se encargan de limpiar a los corderos por dentro», puntualiza Diki.

La fiesta del cordero es tan importante para los musulmanes porque conmemoran el día en que el profeta Abraham, tras recibir la llamada de Alá, sacrificó a un cordero en lugar de a su hijo como gesto de total sumisión a la divinidad. Esta festividad también se conoce como Pascua musulmana y el cordero sacrificado sirve de alimento para una misma familia y sus familiares durante varios días.

María José Real