a calma reinaba en el pequeño pueblo de Sant Miquel de Balansat durante la misa solemne en honor al patrón del pueblo. Mientras tanto, en un pequeño local aledaño a la iglesia, Antoni Planells, más conocido como Toni Planes, explicaba los pequeños secretos de algunos de los juguetes tradicionales que él mismo fabricaba. «El esbrunyidor sirve para que tu voz resuene más. Si cantas en él se oye tu voz mucho más amplificada», afirmó mientras mostraba a los asistentes cómo funcionaba: «No voy a hacerlo más porque están en misa y no quiero interrumpir», puntualizó con una sonrisa pícara. Fuera, el sol brillaba y el calor de otoño empezaba a apretar a los fieles que tuvieron que seguir la homilía desde fuera de la iglesia, pues se quedó pequeña para albergar a todos los que se acercaron a la localidad para disfrutar de la fiesta. Tras algo más de una hora y media de misa oficiada por los párrocos del pueblo, la comitiva procesional, más escasa que años anteriores, partió de la iglesia para recorrer el pueblo. Poco después, la colla de Balansat ofreció una exhibición de baile tradicional. Los minutos pasaban y las personas que hicieron la rodona se empezaron a impacientar, pues las bandejas de orelletes y bunyols no salieron con la puntualidad que siempre las caracteriza en las fiestas patronales. «A lo mejor es que no hay», comentó uno de los vecinos, mientras otro intervenía en la conversación para puntualizar: «Es imposible que no haya orelletes en Sant Miquel». Finalmente, los ansiosos por probar el bocado más tradicional vieron sus expectativas cubiertas. Ya por la tarde los más pequeños disfrutaron con la actuación del mago Alexis y el día grande en honor a Sant Miquel se clausuró con un monumental castillo de fuegos artificiales.

María José Real

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