VANESSA DÍAZ

A lo largo del verano muchos de los servicios de alojamiento y de hostelería han ido comprobando como el número de turistas que acuden a Eivissa a pasar sus vacaciones ha disminuido notablemente respecto al registrado en temporadas anteriores. Dicha circunstancia, unida al hecho de que en la mayoría de los casos aquellos que visitan la isla poseen un poder adquisitivo muy inferior al de otros años, se ha erigido como uno de los principales problemas de la vigente temporada, que concluye próximamente dejando tras su paso un balance general no del todo positivo.

En este sentido, incluso aquellos servicios destinados a las clases más altas han padecido las consecuencias derivadas de la crisis económica, sin embargo, ésta se ha hecho notar en ellos con menor fuerza.

Tanto los hoteles de máxima categoría como los alquileres de amarres en puertos deportivos han sufrido un arranque de temporada un tanto flojo que, como era de esperar, ha desaparecido con la llegada del mes de agosto: «la temporada ha ido bien, aunque junio y julio han sido más flojitos, algo lógico. Agosto es sin duda el mejor mes, estamos al 80 por ciento de la ocupación», aseguraba Javier Tor, director comercial y de marketing de Ibiza Gran Hotel.

Sin embargo, la crisis no es la principal preocupación para los empresarios encargados de los hoteles más lujosos ya que, como bien apuntaba Tor, «el segmento de turistas al que nos dirigimos no se ve demasiado afectado por ella». En este caso, la escasez de plazas de primera clase en los aviones que arriban a la isla supone el mayor perjuicio para dichos negocios: «Hemos sufrido una bajada de un 5 por ciento que no se debe a la crisis, sino a la dificultad que poseen nuestros clientes a la hora de acceder a la isla», lamentaba Alvar Lipszyc, director del hotel Na Xamena, quien aboga por aumentar el número de compañías aéreas que ofrezcan asientos de primera clase. Esto es algo que ha influido también en los resultados del hotel Mirador de Dalt Vila, donde este año las entradas han descendido en un 10 por ciento. Àngel Miguelez, su director, coincidía con el apunte de Lipszyc: «Muchos viajeros hacen las reservas antes de comprar el vuelo y luego, al no encontrar avión, deben anularlas», explicaba.

En cuanto a la ocupación de amarres en los principales puertos deportivos de la isla, sus resultados no difieren en exceso de los obtenidos en los hoteles, sin embargo, los primeros apuntan hacia otra serie de factores que influyen en su marcha. Así, el mayor inconveniente que afectó al puerto deportivo de Marina Botafoch fueron las desfavorables condiciones meteorológicas que se dieron durante el mes de mayo, las cuales provocaron una disminución en la contratación de sus servicios. Pese a ello, Cristina Marí, gerente del puerto, asegura que, por lo general, «no hemos notado la crisis puesto que hemos estado prácticamente al completo».

Desde el Club Náutico de Sant Antoni, su gerente, Juan Roselló, explica que sí han notado una bajada en la solicitud de puestos de amarre, circunstancia que atribuye a la fuerte subida del petróleo. Por su parte, Manuel Alvite, director del puerto deportivo de Santa Eulària mantiene que él también ha notado los problemas económicos actuales dado que este año se han producido menos reservas y una demanda de combustible inferior al de otros años, sin embargo, lo que más le ha sorprendido es la cantidad de barcos en venta que ha albergado el puerto: «Nunca hemos visto tantas embarcaciones con el cartel de se vende», señalaba.

La mayoría de empresarios de la isla señalan la devaluación de la libra como la principal causante de la disminución en su volumen de trabajo debido a que, es el turista británico el que más se interesa por viajar a Eivissa. No obstante, esto es algo que no ha influido de forma destacable en servicios de lujo como el del alquiler de amarres en puertos deportivos. Ello se debe, principalmente, a que el público que contrata dichos servicios no suele ser el británico sino el español, que ocupa entre un 40 y 60 por ciento de las plazas portuarias, seguidos de cerca por los franceses y los alemanes. En los puertos deportivos las condiciones meteorológicas o el incremento del precio del combustible para las embarcaciones se revelan como los mayores obstáculos a la hora de obtener unos buenos resultados que, pese a estar siendo algo peores que los de años anteriores, no pueden concretarse aun puesto que, si el tiempo durante el mes de septiembre lo permite, todavía poseen la posibilidad de captar un número mayor de contratantes.