Jornada musical y, ante todo, animada, para el pueblo de Sant Agustí, que celebró sus fiestas entre baile, canto y movimiento después de la misa oficial de la tarde.

A las siete dio comienzo lo que iba a ser la noche con la misa de fiestas seguida por una procesión. Ni un alma cabía en la pequeña iglesia del pueblo. Curiosos turistas entraban, comentando: «Es una iglesia muy bonita; muy acogedora». Otros comentaban: «Es un pueblo realmente curioso; tiene un encanto especial». Otros curiosos esperaban la salida de los santos para la procesión fuera, en la plaza del pueblo, donde ya se preparaba todo para los conciertos nocturnos.

Poco después de la ocho comenzaba a salir la gente, seguida por los santos. Uno tras otro, hasta el momento esperado: la salida de Sant Agustí. Entre aplausos de la gente originaria del pueblo comenzó la procesión alrededor de las pocas edificaciones de los alrededores de la iglesia. Los protagonistas del baile payés comenzaban a tocar las castañuelas siguiendo la procesión y los más jóvenes hacían fotos a la gente.

Una vez los santos fueron llevados de nuevo a la iglesia, se formó un corrillo en la plaza: comenzaba el baile. Aficionados y curiosos se acercaban para ver este típico baile. Un turista inglés grababa los momentos emocionado: «Los vestidos de las mujeres son muy curiosos». Y así, baile hasta pasadas las nueve, momento de hacer una pausa para cenar.

Después de la intervención del pregón de fiestas, noche de conciertos. A las diez apareció el grupo Mallacán, una de las propuestas musicales más consolidadas de Aragón. Con su combinación de estilos y el acompañamiento de instrumentos tradicionales aragoneses formaron un cóctel potente que animó a los asistentes al concierto. Pasada la traca de medianoche, otro grupo musical, N.O.H.A., un grupo vanguardista que hiciera aplaudir a muchos durante su actuación con su mezcla de breakbeats, drum'n bass, pop, jazz folklórico y club groove. Un aliciente para este grupo era la actuación de su nueva cantante, Minerva Díaz. Marina Bonet