ientras tenía lugar la misa solemne en honor a Sant Llorenç, muchos de los fieles que no pudieron entrar en la iglesia porque ésta estaba completamente abarrotada optaron por refugiarse bajo la sombra de los tres árboles que hay en la pequeña plaza de la iglesia para intentar sentir un poco menos el calor de los 31 grados de temperatura que había en el ambiente. Siempre se dice que Sant Llorenç es el día más caluroso del año y ayer más que nunca el sol desprendió todo su calor para esta celebración tan especial que cada año consigue congregar a más turistas.

La repicada de campanas anunciaba el final de la homilía y poco a poco, las figuras procesionales fueron abandonando la iglesia llevadas por muchos vecinos y turistas que se acercaron a la pequeña localidad para disfrutar de este día tan festivo en el que destacaron como protagonistas las cámaras de fotografía y vídeo, pues tanto residentes como turistas inmortalizaron cualquier pequeño detalle de la fiesta. Esta festividad, una de las más bonitas de la isla, causó sensación entre los asistentes, un auténtico fenómeno por Sant Llorenç. La comitiva procesional recorrió buena parte del pueblo, mientras los carros se preparaban para subir a los miembros de la colla de Labritja. Los carros iban pasando y muchos de los turistas que allí se encontraban aprovecharon para captar hasta el último detalle de los caballos que desfilaban y, sobre todo, de un pony que arrastraba su carrito como podía. El sofocante calor se hizo un poco más llevadero cuando las bandejas de orelletes comenzaron a circular entre el público que estaba en la plaza de la iglesia. Y aquí llegó la sorpresa, pues si bien siempre se acompaña este bocado tradicional con un buen vino payés de la tierra, este año la comisión de fiestas del pequeño pueblo repartió entre los asistentes diferentes tipos de refrescos y agua embotellada. Minutos después llegaron los vasitos de vi pagès, rosado y tinto. Como no podía ser de otra manera, el baile tradicional fue uno de los actos más fotografiados durante la mañana en honor, sobre todo los balladors y balladores más pequeñitos, que arrancaron la sonrisa de la mayoría de los asistentes.

María José Real

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