La demanda de servicios como el alquiler de hamacas o de sombrillas está cayendo en picado

Los empresarios titulares de concesiones en las playas de las Pitiüses están sufriendo con mayor rigor que otros el impacto de la crisis económica. La falta de visitantes tiene repercusión en toda la industria turística pero los problemas de liquidez de los visitantes y el alza de los precios están haciendo que muchos usuarios consideren superfluos los gastos propios del sector de concesionarios (como por ejemplo el alquiler de hamacas) de forma que los ingresos han llegado a reducirse hasta un 50% respecto a la temporada pasada.

«La temporada no va bien. No lo hace para nadie. Entre la crisis a nivel europeo y los políticos que no quieren que se haga nada aquí, han conseguido que Eivissa vaya a la ruina completamente. Se nota que la gente no va con tanta alegría como antes, se mira los precios y se piensa dos veces lo que va a comprar. En algunos sitios se puede haber reducido entre un 40% y un 50%, depende de las zonas pero es general», afirma el presidente de la Asociación de Concesionarios de Zona Marítimo-Terrestre de la Pimeef, César Jerez.

Los problemas económicos en los principales mercados emisores de turistas y el aumento de los precios en algunas zonas de Eivissa y Formentera están detrás de los problemas que está experimentando el sector. «Los concesionarios intentamos hacerlo bien, tener la playa limpia, con un buen material, cobrar más o menos lo normal. Pero en otros sitios lo que hacen es 'clavar' a la gente de mala manera y eso nos perjudica a todos», asegura.

«Al haber muy poco trabajo, algunos empresarios en la zona del Puerto de Eivissa están cobrando muy caro cualquier servicio. Por ejemplo, a clientes míos les han cobrado 20 euros por una pizza, por un cocktail 18 o 20 y otros 8 euros por una cerveza. Es muy caro y se da un mal servicio, lo cual hace que la gente no quiera volver y que consuma menos al pensar que todos cobramos lo mismo», relata.

El mal tiempo de mayo y parte de junio es un factor añadido para que el de 2008 «haya sido el peor inicio de temporada de la historia», apunta Jerez, quien añade: «Después, se ha notado que la gente tiene poco dinero. El mercado alemán ha caído un 90%, respecto al inglés la moneda ha caído bastante y el cliente español tampoco puede pagar lo que se pide por ahí».

Julio y agosto han representado un aumento de los ingresos, pero aún así se mantiene muy por debajo de las ventas registradas en años anteriores. «Hay un poco más de movimiento que meses atrás, porque si no ya habríamos cerrado al no poder soportar el gasto de local y personal. En julio y agosto claro que se vende, pero no tanto como otros años», consideró.

La situación es tal que cuando se le pregunta sobre la posibilidad de que algunos concesionarios cierren este año antes de que finalice la temporada para evitar las pérdidas o que, incluso, no concurran el año próximo a las adjudicaciones, Jerez responde: «Posiblemente. No puedo decir ni que sí ni que no, pero posiblemente, porque si no vendes...».

Los últimos concursos de adjudicación de concesiones han derivado en algunos problemas que afectan al servicio y que «junto a algunas cosas más hacen que el turista escoja en el futuro otro destino para sus vacaciones», apunta Jerez.

Los elevados precios de los servicios son la principal consecuencia, añade. «Hay algunos Ayuntamientos en que se ha ido a subasta, se ha puesto mucho dinero en los sobres para conseguir la concesión y ahora, para hacerlas rentables, los titulares cobran muy caro al cliente, el cual va a responder en muchos casos no queriendo volver», explica.

Otra consecuencia es a nivel más práctico y personal: «Muchas concesiones no tienen servicios abiertos porque el permiso lo tenía antes el propietario del restaurante colindante y se lo han quitado, de forma que el actual concesionario no dispone de aseos y los visitantes, cuando tienen que hacer sus necesidades, se van a mitad del monte como hace 50 años», afirma.

Las restricciones de algunos consistorios a actividades como el juego de palas son otros lastres que restan atractivo a las playas de Eivissa, añade.