as calles de Sant Joan aún conservaban la decoración de la fiesta pagana que se celebró en la noche del lunes, la más corta del verano. Grandes flores de color fluorescentes, estrellas o figuras en forma de mandalas tranceros decoraban la fachada del Ayuntamiento y entre estos singulares resquicios del paganismo comenzaba la celebración religiosa.

En la entrada de la iglesia se agolpaban vecinos de todas las edades a la espera de la salida del patrón y de las autoridades. La misa, como es costumbre en los días de festividad patronal, fue oficiada por el obispo de Eivissa.

Con un bochorno que era cada vez más sofocante por fin salió el patrón acompañado por otras imágenes religiosas y tras ellas la colla de Sant Joan de Labritja que con sus castanyoles y flautes animaron la calurosa espera. Demasiada prisa tenían lo porteadores de las imágenes de los santos, tuvo que salir el párroco para pedirles que esperaran un poco. «Ehh... ¿Adonde vais con tanta prisa?» les dijo alzando la voz para que le oyeran. En una procesión que duró quince minutos por las calles céntricas del pueblo llamaba la atención un recorrido tan tradicional con el contraste de los recuerdos de lo que allí había ocurrido unas horas antes. Mientras se esperaba la llegada del de las autoridades políticas y religiosas se hicieron los preparativos para las actuaciones folclóricas. Este año como invitados bailaron unas jotas valencianas y alguna mazurca el Grupo L'Aljama venido del pueblo de Betera. Como buenos anfitriones la colla de Sant Joan dejó que fueran los invitados los que inaugurarán con sus danzas las fiestas patronales. Tampoco faltaron orelletes y bunyols con el vi pagés bien fresquito en la fiesta que celebra también, el inicio del verano. Natalia Salazar