Un grupo de sindicalistas hizo acto de presencia en el pleno que celebraba ayer el Ayuntamiento de Eivissa.

La negociación del convenio colectivo para los funcionarios y personal laboral del Ayuntamiento de Vila se retomará el martes, fecha en la que el Consistorio ha citado a los sindicatos para una reunión. El anuncio no impidió que cerca de un centenar de empleados se reunieran ayer al mediodía frente a Can Botino para realizar una concentración y pitada.

Diego Ruiz, secretario general de UGT y representante de este sindicato en la plataforma negociadora, explicó que se había decidido mantener la protesta «porque, aunque se ha realizado esta convocatoria de reunión, la situación sigue igual». «De hecho, nos han convocado para el día 3 de junio y, según nos ha llegado, la intención es la de presentar una propuesta rebajada en la que hayan retirado cosas que ya habían ofrecido», explicó.

El concejal Enrique Sánchez, que junto a Ricardo Albín encabezan la comisión negociadora del Equipo de Gobierno, aseguró que el martes «no vamos a presentar ni nuevas propuestas ni recortar nada si no que acudiremos con la propuesta con la que cerramos un principio de acuerdo y ver qué es lo que hay que hacer para desbloquear la negociación».

Por otro lado, los sindicatos denunciaron presiones del Ayuntamiento para evitar que los trabajadores acudieran a la concentración, «pidiendo por anticipado a los funcionarios si iban a venir, algo que es inconstitucional». El Ayuntamiento, por su parte, dijo que los sindicatos han manipulado a los empleados «diciéndoles que la voluntad del Consistorio era no subir el sueldo», algo que, aseguraron, es falso.

Las protestas de los trabajadores se plasmaron en una sonora pitada con silbatos y bocinas, así como con una gran variedad de carteles que acabaron pegados en la fachada de Can Botino. «Nosotros también queremos una subida del 27%», «Alcaldesa, 60.000 euros al año, operario de jardinero, 950», «Sí pagamos el agua» o «Bona feina=mala llet» eran algunas de las consignas.

Una quincena de sindicalistas llevó la protesta, en absoluto silencio, al interior del pleno. A los 10 minutos, abandonaron la sala y llevaron la concentración a la calle de atrás de Can Botino. Esta vía está a igual nivel que la sala de plenos, de la que le separa una puerta de cristal y una pequeña recepción. La pitada obligó a cerrar las puertas del plenario, aunque no tuvo que interrumpirse la sesión.