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uando en mayo de 1968 los estudiantes y, más tarde miles de trabajadores se revelan en París contra muchos aspectos, pero en general contra el propio sistema, España estaba inmersa en los últimos años de vida de la dictadura franquista. A pesar de ello, las cuestiones que se plantearon en el mayo francés atravesaron el caparazon de la censura e influyeron en algún aspecto en la sociedad española. Quizá su mayor influencia se vió varios años después de la revuelta francesa. No olvidemos que muchos españoles estaban en el exilio y que fue al acabar la dictadura cuando se comenzó a mirar con más atención y se reflexionó sobre lo que había supuesto la revuelta vecina. Fue entonces cuando comenzó, casi 10 años después, la influencia real del mayo francés. ¿Cómo influyó, si es que los hizo, este movieminto en la Eivissa de finales de los 60?

Eivissa vivía un poco apartada del resto de España. Si bien es cierto que numerosos protagonistas de aquellos años apuntan que era un paraíso natural con algo más de libertad que en el resto del país, incluso alguno de ellos afirma que «Eivissa estaba un poco olvidada». Tal vez esta sea una de las causas, entre otras muchas, que la convirtieron en el referente místico y hippie que todos tenemos en la mente. Olvidada en España pero muy presente para los europeos. La década de los 60 y durante los años 70, Eivissa y también Formentera, empezaron a ver llegar a turistas, artistas bohemios y hippies. Los artistas encontraban en este rincón el lugar perfecto para sus creaciones, otros, conocidos como peluts, buscaban en la isla el refugio para una nueva vida, alejada de las grandes urbes, y por tanto de todos sus conflictos, provenían tanto de Àmerica como de Europa. Además, en estos años muchos jóvenes ibicencos salieron a estudiar a Barcelona o Madrid, algunos de ellos fueron a para a ciudades europeas como el propio París.

Erwin Bechtold, reconocido pintor alemán que junto a otros artistas fundó el Grupo Ibiza 59, vivió en esos años en la isla y de ella recuerda «las exposiciones que hacíamos en la galería El Corsario y como nació el grupo. Eivissa era un imán muy potente para muchos intelectuales y artístas europeos», afirma el pintor. Y así fue, es incalculable y no es tampoco la misisón de estas páginas, enumerar la enorme cantidad de relevantes personalidades que han pasado por las Pitiüses. La isla era conocida mundialmente por los artistas extranjeros que venían a Eivissa, y la voz se movía a la velocidad de la luz, para así hacer de Eivissa «un referente cultural europeo», según palabras del propio Erwin. En este sentido para el compositor ibicenco Joan Murenu, «Eivissa tiene un duende especial, era y es el lugar idóneo para la creación artística. Muy posterior fue el concierto de Bob Marley, en el año 78, pero es significativo que el único lugar de España donde iba a cantar fuera en Eivissa», sostiene. El músico ibicenco estuvo en París y en concreto en La Sorbona en septiembre del 68, «cuando cruzabas la frontera, ya sentías las diferencias entre un país que vivía en una dictadura y uno que era libre». Para Murenu «en esos años las Pitiüses vivían un poco apartadas de la realidad dictatorial española, pero por supuesto que había represión y algún que otro registro».

En cuanto a la relación entre la cultura popular autóctona y las ideas y estilo de vida que traían los extranjeros se ha hablado mucho. Se dice que ambas vivían en perfecta armonía, pero lo cierto es que los ibicencos les miraban con cierta distancia y pensaban que no les influirían mucho las ideas progresistas de bohemios, intelectuales y artistas. Para Murenu, «los ibicencos les aceptaron pero no se daba una mezcla entre ambas tribus. En quienes si influyeron mucho las ideas artísticas extranjeras fue en los jóvenes que empezamos a sentirnos atraídos por todo ello». Cati Verdera, historiadora del arte y galerista ibicenca, en los años 68 y 69 se encontraba en Barcelona estudiando. Para esta testigo de aquellos