ste joven mauritano, que reside junto a otros 300 compatriotas en las Pitiüses, es el presidente de la Asociación de Mauritanos. Desde final del 2007 ha estado recogiendo material donado para enviarlo a una pequeña localidad con muchas necesidades de Mauritania, Al Gariah. Ya dispone de material informático, ropa para niños y bebés, material sanitario donado por el hospital Can Misses y está a la espera de si le conceden una aportación de medicamentos. El problema es que ahora, una vez hecho el trabajo duro de haber recogido todo el material donado, éste está guardado en un almacén privado. Después de tantos meses el propietario del local necesita vaciarlo y claro «nosotros no tenemos dinero para alquilar un almacén durante varios meses. Una solución sería que alguna institución nos cediera un espacio para guardar todo lo que tenemos», explicó preocupado.

Los problemas de Cheiki y de su asociación aumentan cuando se dirige a las instituciones ibicencas con las que se ha reunido para que le den alguna donación económica para poder enviar un container hacia Mauritania. Las instituciones no se niegan pero le exigen una factura para entregarle el dinero. «No tengo el dinero para pagar el container y claro, sino pago el container la empresa del barco no me da la factura», explica algo inquieto. Esta perversión burocrática hace que todo lo que tiene para ayudar a ese pueblo mauritano tenga que esperar en tierras ibicencas. N. S.

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