El estado de ánimo de los empresarios del sector servicios con la llegada de la temporada turística dista mucho de poder definirse como eufórico, aunque desde las patronales se evita también hablar de pesimismo («con los datos en la mano no puedo ser optimista pero como responsable de una asociación no puedo ser pesimista», reconoce alguno) y la mayoría mantiene que repetir los resultados del año pasado sería ya un logro. El enfriamiento de la economía en general, y en los principales mercados emisores (Reino Unido, Alemania y España), mantienen en vilo a los empresarios que tienen dificultades para interpretar los mensajes de signo contrario que llegan continuamente.

Desde el Consell Insular de Eivissa se mantiene el que, posiblemente, sea el discurso más optimista aunque la responsable de Turismo, Pepa Marí, ya puntualiza: «Soy relativamente optimista». «Pensamos que no se ven razones para temer que esta temporada sea mucho peor que la de 2007, todos los agentes con los que hablamos nos dicen que puede ser igual, aunque nuestros mercados tradicionales estén algo tocados», explica la consellera.

La mala situación económica en los países emisores europeos puede verse compensada con el hecho de que «los que decidan salir de vacaciones, puede que opten más por destinos conocidos como Eivissa en lugar de otros más lejanos», explica. Además, en el mercado nacional se está desarrollando una campaña de promoción turística de Balears «y las líneas aéreas están abriendo rutas con nuevos mercados como el escandinavo, poco relevante ahora por número, pero interesante de cara a la diversificación», añade.

«Las líneas aéreas nos transmiten que tienen buenas perspectivas de transporte de pasajeros y las reservas hoteleras están igual que el pasado año. No existen elementos para pensar que hay una crisis brutal», concluye.

Nada de pesimismo brutal pero los hoteleros no ocultan su preocupación, como reconoce Roberto Hortensius, máximo responsable de la patronal. «Tenemos que mirar a los mercados emisores y, al hacerlo, los datos que nos salen no ayudan al optimismo. En Reino Unido hay cierta desaceleración, con un mayor endeudamiento de las familias y con la libra depreciada respecto al euro un 18 por ciento, lo que resulta preocupante», apunta Hortensius. «En cuanto a Alemania, parece que está costando vender mayo, cuando normalmente hay cierta regularidad en la contratación durante todo el tiempo de la temporada», añade.

Cantidad y calidad

Pero no sólo preocupa la cantidad, sino la calidad de los visitantes. «Aunque se consigan ocupaciones similares, habrá que ver si se mantiene la rentabilidad. En ocasiones de crisis se mantiene el número de clientes a base de ofertas y eso, con los actuales márgenes, es peligrosos», asegura.

Hortensius teme que esta caída de los mercados extranjeros no pueda ser cubierta por el consumo nacional, como en años anteriores. Al contrario opina Pedro Ortíz, presidente de la hostelería encuadrada dentro de la Pimeef. «Nos van a salvar los españoles. Nuestros turistas tienen la mentalidad de que, si no se puede salir de vacaciones, no se puede; pero si se sale, se hace con todas las consecuencias, con lo que eso supone de gasto extra», explica.

«Aún así -añade-, hay que reconocer que cruzar el charco supone un handicap para los bolsillos. El problema es que la Administración no toma conciencia de que nuestras autopistas son los aviones y los barcos, y eso es muy caro. Estamos perdiendo competitividad respecto a otros destinos de costa de la Península en los que no dependes de horarios y donde se puede pagar un hotel con lo que aquí te costaría sólo el viaje».

«Hay que reconocer que no sería un mal balance si este año se pudieran igualar los resultados del anteriores, teniendo en cuenta cómo está la economía y que el adelantamiento de la Semana Santa ha perjudicado a los negocios», asegura Ortíz resumiendo el sentir del empresariado pitiuso.