eriódicos españoles de los años 30, volúmenes antiguos, libros de ocasión, restos editoriales, cuentos de principios de siglo, libros de cocina, de arquitectura, cartillas de racionamiento, cómics y otras curiosidades impresas se pueden encontrar hasta el 18 de mayo en la sexta edición de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que está ubicada en el paseo de Vara de Rey de Vila. A través de las siete librerías llegadas de diversas partes de España se pueden conocer las antigüedades literarias más variopintas, además de haber una gran variedad y oferta de ejemplares nuevos y de segundamano. Por ejemplo en el puesto de la librería Cajón Desastre, su propietario José Manuel Suárez tiene una enorme variedad de facsímiles o libros de ediciones antiguas que gracias a estas copias se han podido recuperar. Hay obras fechadas a partir de 1840 y entre ellas se encuentra la constitución de 1812 o la de la república, tratados de marina o el manual del buen albañil.

Tras dar un paseo por los puestos de la feria y conversar con los libreros uno aprecia la gran pasión y entrega que estos profesionales muestran por su trabajo. La mayoría de los libreros adquieren ejemplares movidos por el interés más sentimental que económico y en este sentido Luis Tolosa asegura que compró todos los ejemplares del libro de poemas publicado por la cantante Patti Smith. Cuando su socio supo lo que había hecho le comentó que si le gustaba tanto la cantante mejor que hubiera comprado un disco suyo o que hubiera pedido un autógrafo. Riéndose tras contar la anécdota se sigue mostrando orgulloso de haber comprado esos libros de los que todavía dispone de algún ejemplar. Para él es más importante tener material que le guste y que a él le parezca interesante. «¿Te imaginas cargando y descargando cosas que no te gustan? O ¿pasar tantas horas al día entre cosas que son horribles? Yo desde luego no podría», explica Luis acerca de su profesión. Otro de los libreros comenta el caso de un compañero de profesión que durante una feria se acercó un hombre y cogió un libro de texto y le dijo emocionado que se trataba del suyo. El librero le dijo que si había estudiado con esa edición, pero no era eso, el destino había puesto al propietario del libro muchos años después antes el ejemplar que había pasado por sus mano y que llevaba su nombre. Y es que los libros pueden tener muchas vidas después de usados. Historias como estas llenan de orgullo a los libreros quienes rebosan pasión por la letra impresa.