a gente no viene aquí porque sabe que sufre de estrés sino porque siente dolor en una zona de su cuerpo», afirma Francisco Tomás Cebellán, quiromasajista y osteópata. La rutina laboral y personal, el acelerado ritmo de vida de hoy en día y las excesivas preocupaciones suelen desembocar en dolores físicos, pero sobre todo emocionales. Una de las mejores maneras para conseguir eliminar tanto el malestar físico como emocional es acudir regularmente a sesiones de quiromasaje. Francisco asegura que la mayoría de sus clientes no saben que padecen algún tipo de estrés: «La persona viene porque le duele la espalda, por ejemplo, pero en la sesión de preguntas me doy cuenta de si sufre estrés emocional o únicamente físico. El que no acepta cómo es su estatus laboral y emocional es el que sufre más». Y añade: «La persona que ha dado un paso de cambio importante en su vida, por ejemplo, dejar un trabajo que no le gusta y buscar otro que crea que le va a satisfacer sufre menos». Según su punto de vista como profesional es mucho peor la tensión emocional: «La física se soluciona más rápido, mientras que con la emocional tienes que profundizar y que la persona se de cuenta de su situación; esto es lo más complicado».

Una sesión de quiromasaje empieza con las preguntas para conocer un poco a la persona. Posteriormente, mientras el cliente está sentado, Francisco palpa los nódulos de músculo, que representan los puntos de tensión acumulada. Poco después procede al desbloqueo de las vértebras. Francisco asegura que la zona cervical es una de las más castigadas por la tensión que sufrimos: «Esto se debe a que es por donde empieza a bajar la médula espinal», puntualiza. Por último, la terapia craneosacral, que consiste en equilibrar el líquido cefalo raquídeo con un suave masaje en la cabeza, consigue que con todo el trabajo realizado el paciente se sienta «muy liberado, ligero». Francisco recomienda volver a estas sesiones cuando se note un mínimo de tensión. El precio es de 40 euros y la duración es de tres cuartos de hora.

María José Real

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