L. AVERSA
Fue una mañana sin incidentes, que por poco comienza con una pelea entre los taxistas convocados en la avenida Bartomeu Roselló y un asalariado que se animó a meterse en la boca del lobo para increpar a los manifestantes. «Y encima es un asalariado que está en paro», comentó Francisco Esteban Lucas, presidente de Agetaxi (Madrid) segundos después de que el asalariado en cuestión fuera rescatado por un periodista de IB3, cuando la cosa estaba por pasar a mayores. Para entonces la manifestación no había comenzado y mientras los taxistas esperaban en la avenida los vehículos se concentraban en el parking de Gesa.

La marcha comenzó cuarenta minutos después de lo previsto debido al retraso del barco de Palma, que llegaba con 21 manifestantes más. Una vez vehículos y taxistas estuvieron en el punto de encuentro, comenzó esta manifestación menos numerosa de los esperado, pero muy ruidosa gracias al aporte del claxon de los 135 vehículos presentes y de los silbatos de los caminantes. «Se trataba de mostrar el apoyo del resto de comunidades autónomas con una representación simbólica, porque en una isla es muy complicado traer mucha gente», aseguró, en este sentido, el presidente de la Confederación del Taxi de España, José Artemio Ardura.

En cuanto a las retenciones en el tráfico previstas por la manifestación, los taxistas obtuvieron a primera hora de la mañana el permiso municipal, según el presidente de la asociación de Vila, José Serafín, para circular a lo ancho de las avenida aunque interrumpieran la circulación de otros vehículos. Sin embargo, a medio camino, la Policía Local les hizo cubrir un sólo carril, como había previsto ayer el Consistorio, algo que a lo largo de la manifestación no se pudo cumplir muy bien y se produjo un enredo de particulares y manifestantes. La anécdota ocurrió cuando se desconvocó la protesta frente al Consell: uno del los vehículos a la cabeza de la manifestación no pudo arrancar y debió ser empujado para aparcarlo frente a la sede, justo en línea amarilla.