Cada 15 días, algunos pacientes adultos de Apfem (Asociación Pitiusa de Familiares de Personas con Enfermedad Mental y de Niños con Autismo) acuden con mucho entusiasmo a los talleres de cocina que organiza esta asociación. La última sesión tuvo lugar el sábado en la sede de la asociación. La jornada empezó con la visita al supermercado y al mercado para comprar todo lo necesario. «Nos reunimos a las 11'00 horas y solemos esperar hasta mediodía; si vienen más tarde de esta hora no pueden participar», aseguró Marisa Arenas, psicóloga de adultos de Apfem. Una vez en el supermercado compraron todo lo necesario para hacer un delicioso sofrit pagès y pastel de limón como postre.
«El funcionamiento es fácil: dividimos a la gente en dos grupos, uno que se encargará de la comida y otro del postre, y cada uno se responsabiliza de una tarea: uno pela patatas, otro pone la mesa, entre otras cosas», afirmó la psicóloga. El menú que preparan es siempre muy variado: «Hacemos platos muy diferentes; coincidiendo con la Navidad, por ejemplo, hicimos un guisado de pescado y turrón de yema». Una vez en marcha, los chicos y chicas asumen con total responsabilidad la tarea encomendada. Según explica Marisa, este aspecto es muy importante: «Básicamente porque asumen e interiorizan un hábito en la cocina; creemos que esta actividad les beneficia mucho y que les podría ayudar en su posible reinserción sociolaboral, pues podrían trabajar como ayudantes de cocina».
Lo que aprenden en este taller también lo ponen en práctica cuando están en casa: «Esto también es muy importante porque sienten que ayudan a sus familiares». En este sentido, según explicó la psicóloga, todos se desenvuelven muy bien en la cocina, pero no pueden asumir mucho volumen de trabajo: «Tienen enfermedades que provocan que se agobien, como la esquizofrenia o la bipolaridad». Una vez estuvo elaborado el plato tradicional ibicenco y la mesa totalmente dispuesta para degustarlo, todos los participantes, incluidas las dos monitoras, Marisa Arenas y Nieves Tur, y la presidenta de la asociación, Irene Escandell, se sentaron para compartir tan deliciosa experiencia.
Los talleres de tiempo libre son tradicionales en esta asociación desde hace muchos años. Así, hay actividades para niños de hasta 16 años, mientras que los talleres para adultos están dirigidos a personas a partir de 20 años y sin límite de edad. De entre la oferta infantil destacan, por ejemplo, los de creatividad, psicomotricidad y, sobre todo, las salidas a la piscina.
Para los adultos destaca el taller de radio, en el que el grupo prepara un tema y lo presenta en una radio local. Asimismo, también participan en talleres de barro, en el que crean piezas que después comercializan y realizan excursiones al cine o bien paseos por diferentes lugares de la isla. Muchos de los talleres se desarrollan en la sede de Apfem, ubicada en la calle Murcia número 1.
María José Real
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