a hélice es lo que más impresiona porque es lo que te da la sensación del tamaño del barco; es lo que te da la perspectiva porque desde abajo no ves todos los niveles del barco, sólo el primero», explica Marta Cortés, buceadora técnica que hace días se sumergió en compañía de tres amigos, el grupo de divinginibiza.com, para explorar el buque Don Pedro. La inmersión, según explica, la hicieron con Nitrox (mezcla de aire con mayor porcentaje de oxígeno), porque les permitió bucear con un margen de seguridad muy amplio: «Se necesitan unos conocimientos técnicos específicos», puntualiza. Y añade: «Al llegar no tienes perspectiva, porque además la visibilidad es como máximo de 15 metros; no tienes la sensación de lo grande que es hasta que llegas a la hélice y ves que sólo un aspa de la misma es más grande que tú». Rex Hallam, también buceador técnico e instructor de este deporte, señala cómo empezaron esta aventura: «Desde que se hundió teníamos ganas de bucearlo porque los pecios son siempre atractivos para los buceadores; no son algo normal; principalmente tienen dos atractivos; el primero es que crean una forma de arrecife artificial muy específica que tiene una vida muy especial y también es un paisaje submarino muy curioso. Debido a la prohibición de Capitania Marítima de no navegar la zona del hundimiento hicimos la aproximación al pecio desde es Dau, el islote contra el que chocó el Don Pedro. La llegada al barco requiere orientarse bajo el agua; navegamos con una brújula durante aproximadamente 450 metros». Según explica, estos dos puntos de atracción se suman a las dimensiones del barco: «El Don Pedro no es un barco cualquiera porque tiene 145 metros de eslora y es igual de alto que un edificio de ocho plantas». A esto le suman el estado en el que se encuentra y el poder de atracción que emana: «Todavía hay extintores, botes salvavidas e incluso el ancla». Rex asegura que los buceadores cuando navegan un pecio siempre quieren ver tres cosas: las hélices, el ancla y el nombre, que en el caso del Don Pedro se puede leer sin problema. Rex y Marta explican que el barco puede ser un atractivo turístico: «Reflotarlo cuesta mucho dinero, pero hay empresas que habilitan los barcos hundidos para que la gente los pueda bucear; esto se hace en muchos países y creemos que si aquí se hace cambiaría mucho el turismo que nos visita». ¿Repetirían la experiencia? «Nos gustaría volver a sumergirnos para investigar más la proa». l María José Real