Llegó y arrasó. Con un poder de convocatoria que ya quisieran muchos a la hora de actuar, la humorista y presentadora gaditana Paz Padilla mostró su espectáculo Tengamos la fiesta en paz en una carpa de Vara de Rey que pocas veces se ha visto tan desbordada en Navidad. Con la gracia que siempre la caracteriza, Paz hizo un repaso por cuestiones tan navideñas como el ya mítico anuncio de la lotería en el que un hombre calvo sopla la suerte de su mano o los spots televisivos de perfumes que nos invaden en estas fechas. «¿Cómo habéis pasado las navidades? ¿bien o en familia?», fue la manera elegida para empezar el divertido monólogo que arrancó la misma proporción de risas que de aplausos. Durante su actuación dejó de lado por momentos el tema navideño para referirse a Eivissa: «A mí me han dicho vente a Ibiza y verás lo que ligas; en el aeropuerto he visto a muchos italianos y les he dicho toto barato, toto barato; hay que ver lo necesitada que está una», comentó la artista. Según comentó, la culpa de que celebremos la Navidad la tiene la televisión: «Ahora todo son perfumes, turrones y juguetes; ya no hay hemoal o scotch brite, que tanta falta nos haría a algunos». En este sentido, ella echa de menos el tradicional anuncio de la lotería: «Este año no lo han puesto, con lo que me gustaba el calvo; decía que comprábamos lotería por ilusión, pero lo hacemos por envidia, que es muy mala». Y añadió: «Todo el mundo compra y a ti te pica el gusanillo porque piensas en las celebraciones si le toca a tus amigos, que dirán 'mira el pringao que no compró lotería'; al final acabas comprando hasta lotería del PP, con lo de izquierdas que eres». Buena prueba del éxito de esta actuación fue la masa humana que se dio cita en la carpa que favoreció la generación de un clima bien caluroso dentro del espacio habilitado. Asimismo, se instaló una pantalla fuera para que quienes optaron por el aire fresco también pudieran disfrutar del humor de la gaditana. Otro de los anuncios que comentó fue uno de turrones: «Turrón de 1880: el más caro del mundo. ¿De verdad quieren vender?». M. J. Real