Bajo un sol tímido que amenazaba tormenta decenas de devotos se dirigieron ayer a la pequeña iglesia de Sant Llorenç para escuchar la misa solemne y rendir homenaje a su patrón durante su día grande.

El obispo, Vicente Juan Segura, fue el encargado de oficiar una ceremonia en la que las lecturas sagradas se intercalaron con las intervenciones vocales y musicales del coro que hicieron las delicias de los presentes. En total, más de 300 devotos se congregaron en la plaza de la iglesia.

Tras la homilía se llevó a cabo la tradicional procesión que, encabezada por los vecinos del pueblo, sacó a pasear las imágenes sagradas por los aledaños de la iglesia. Seguidamente, se situó la comitiva religiosa, así como los componentes de la colla de ball pagès de Labritja que marcaron el ritmo con los sonidos de las castañuelas y las flautas. Entre los asistentes también se encontraban un gran número de representantes políticos, entre ellos, el presidente del Consell Insular, Xico Tarrés; el líder de la oposición, Pere Palau, así como los alcaldes de los cuatro municipios y diversas autoridades militares.

A medida que avanzaba el acto festivo la lluvia fue cobrando fuerza, no obstante, ésta no mermó el entusiasmo y el fervor popular ante uno de los momentos más esperados: el desfile de carros. Un total de once caballos desfilaron por los alrededores de la iglesia donde fueron bendecidos por el párroco.

La nota musical la puso sa Colla de Labritja que ofreció una completa exhibición de ball pagès que destacó por las habilidades que mostraron los integrantes más pequeños del grupo, niños de 8 y 12 años.

Para saciar los apetitos de los asistentes se repartieron una gran cantidad de orelletes y bunyols, así como refrescos y el tradicional vino payés que refrescaron las gargantas de los fieles durante la calurosa mañana. La jornada festiva se completó con una gran fiesta infantil y, para los más mayores, una verbena a cargo de la orquesta Paradís. Irene Luján