Laura mira con curiosidad por un pequeño cristal que se encuentra en la puerta de la clase de Nur Banu, una de las bailarinas de danza oriental más prestigiosas del mundo. «Siempre me han llamado la atención los ritmos que tiene la música», asegura la joven Laura, que afirma no haber practicado nunca este tipo de baile. Y añade: «Supongo que al principio será difícil pero luego le pillaré el truquillo; espero que se me dé bien». Tras observar unos diez minutos los movimientos de las alumnas de Nur Banu en la escuela de baile In, Laura decide que se apuntará a las clases de principiantes y deja sus datos personales en la recepción.
La danza oriental, conocida en los países árabes como raks sharki, llegó a Occidente como danza del vientre en el siglo XIX porque numerosos europeos que viajaron a países árabes, como Egipto, por ejemplo, quedaron fascinados por los movimientos de cadera y de vientre, que eran inexistentes en las danzas europeas. En este sentido, y con el paso de los años, la danza oriental ha ido ganando cada vez más adeptas, razón por la cual las clases de este baile acogen a un buen número de mujeres de todas las edades. Nur Banu celebra el año que viene sus 25 años de carrera profesional: «Desde hace tres años doy clases de manera regular en Eivissa; nunca me lo había planteado hasta que un grupo de chicas jóvenes me lo pidió por favor y dije que sí, aunque hasta ese momento daba clases particulares con grupos reducidos para enseñar a bailarinas». Desde entonces, Nur Banu se dedica a formar bailarinas de danza oriental. Para la profesora, aprender esta danza es difícil: «No es como ir a clase de aerobic, es como asistir a una clase de flamenco u otra danza difícil, que necesitan una constancia, una actitud física y psíquica, oído musical y mucha pasión».
María José Real
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